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–– Marinette dime qué no irás a ese lugar –– Alya me vio a los ojos la angustia plasmada en ellos

–– sabes que tengo que ir –– musite aferrando mi mano al tirante de la mochila

–– pero es peligroso –– interrumpió mi paso –– y tu sabes perfectamente que así es  –– exclamó. Alya podía ser muy  protectora, un poco molesta, algo  parlanchina. aveces bastante sabía y con un jodido humor que contagiaba,  por algo era mi amiga, pero como mi amiga tenía que entender a las buenas o a las malas y en este caso a las malas, ella es terca.

–– ya sabes cómo son las cosas ahí –– mencioné y un suspiro de resignación se escapó de mis labios

–– si. claro que lo recuerdo. –– bramó con el ceño fruncido ––  recuerdo perfectamente ese día –– solo la vi fijamente a los ojos y sentí que me iba a quebrar en ese momento, solo la esquive y salí de mi casa dejándola sola –– ¡Marinette! –– Alya venía detrás de mí –– no fue mi intención recordarte ese día pero porfavor entiende –– llegó hasta mi –– entiende que ese sitio no es para ti –– me tomo de los hombros

–– ¡no tengo otra opción! –– espeté con la furia e impotencia reprimida.

–– claro que la tienes. –– contraatacó –– encontraremos un modo yo te ayudare a.. ––

–– no –– gruñí

–– sabes cómo terminó esa ves –– hablo con melancolía –– no quiero que vuelva a pasar lo mismo –– fue como una cachetada mental de todo lo que pasó, de todo lo que viví, de todo lo que.....

–– esta vez no será así –– masculle –– yo perdí al igual que el –– y sin decir nada subí al taxi que llegó justo a la hora que lo había solicitado.

Alya no dijo nada solo me observo en silencio sabía cuánto le dolía, pero a mí me dolía aún más yo fui la que vio eso, la que tiene que vivir con eso...

vi la hora en el móvil y apenas eran las ocho de la noche, mis manos sudaban y me sentía inquieta intranquila, volver ahí era como rascar heridas del pasado unas heridas tan profundas y tan dolorosas de esas heridas difíciles de ignorar o pasar por alto, no entiendo cómo es posible que vuelva, las lágrimas empezaron a nublar mi vista, suspiré entrecortada viendo hacia la ventana, las calles tan vacías oscuras así se sentía mi alma. El conductor me vio raro cuando me baje en un callejón de mala muerte, no dije nada solo pague y me encamine por esa calle.

Ya conocía perfectamente las reglas, el callejón solo era una fachada algo con que tapar lo del interior, era como si enfrente fuera el lugar más desastroso y horrible nada llamativo, pero del otro lado era deslumbrante tan elegante y fino, que pensabas que te sacaste la lotería al trabajar ahí.

Yo también pensé eso cuando puse un pie aquí y termino tan mal...

Suspiré y saqué de mi mochila el antifaz negro el cual coloque y amarre, entre por la puerta de atrás donde el me estaba esperando.

Esbozo una sonrisa a mi dirección esa sonrisa cínica, tan caracterizada en el. Le regale mi mejor cara de póker y lo esquive y fui directo a un camerino a dejar mis cosas

–– pensé que no vendrías –– mencionó desde atrás el descaro tan vivo en el que aveces me repugnaba su presencia lo quería a metros de mi pero el destino se encargaba de devolverme las cosas

–– ¿y que vuelvas  a amenazarme? –– dije tangente alzando una ceja, me giré a el y Esbocé una sonrisa la más fingida que saliera de mis labios –– eso jamás –– lo vi expectante y el asintió

adicción⚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora