.......
–– Marinette ––
Corrí con más fuerza hasta el grado de que mis pulmones me pidieran aire.
–– espera ––
La voz venía cada vez más cerca de mi.
Corrí y corrí en esa espesa negrura huyendo por mi vida, algo andaba mal, estaba en peligro, lograba sentirlo en mis entrañas y en la forma en la que el viento azotaba no era normal.
–– Marinette ––
Esa maldita voz me ponía los pelos de punta, era tan espeluznante, tan aguda, robótica y mecánica, tan desgarradora, que por alguna maldita razón sabía que está no era la primera vez que huía de el, ni tampoco la primera vez de estar...
Nisiquiera quise voltear a ver hacia atrás, sabía que El estaba ahí, viniendo por mi.
Las ramas crujían mientras cruzaba a tientas con el miedo recorriendo mi cuerpo hasta que caí de bruces al suelo por una piedra.
El aire soplo con más fuerza y pude escuchar varias risas espeluznantes que se escuchaban tan lejanas.
Parpadeé confusa, suspirando pesadamente, intentando recuperar el aliento y las fuerzas para seguir corriendo. Pase unos cuantos minutos tirada en el suelo, intentando incorporarme, pero en el proceso la negrura se iba evaporando de la nada, dejando ver un camino recto empedrado.
Inhale y exhale repetidas veces, dejándome llevar por mi instinto, camine segura por ese camino, que también conocía, vi hacia abajo viendo el camino que estaba pintado entre negro y rojo.
Un olor a metal llegó hacia mis fosas nasales, hice una mueca y de nuevo fije la vista hacia abajo, el camino estaba teñido de sangre.. manchando el vestido blanco que cargaba puesto.
No sentí asco al caminar por esa sangre, al contrario me llenaba de satisfacción, como si ya hubiera echo esto tantas veces.
Vi mis alrededores y todo estaba distorsionado, echo como alguna pintura de distintos colores.
Me detuve de inmediato viendo hacia el frente donde había un portón oxidado que aún conservaba ese color dorado. Estaba en un mal estado, pero eso no fue lo que más me sorprendió, Cruze ese portón oxidado y el viento soplo tirando mi cabello hacia atrás, mandando sacudidas por mi cuerpo, me sentí desorientada, algo aturdida, parpadeé repetidas veces, llevando mi mano hacia mi cabeza.
Observé de nuevo ese lugar y me quedé muda al instante, no sé dónde estaba pero era como si aquí el tiempo no existiera o así quise que fuera.
Estaba en un laberinto, un laberinto lleno de rosales, todo lleno de vida sin ninguna destrucción, di unos cuantos pasos adentrandome a lo desconocido o eso también quería creerlo..
Esto era sacado de algún cuento de Barbie, de esos laberintos mágicos adornados con distintas perlas y dónde la luz abundaba. Pero eso era otra cosa que me resultó extraña, aquí no había ninguna pizca de luz, ningún rayo, solo una áspera neblina.
Me adentre al laberinto y conforme iba dando paso por paso me iba topando con varias armaduras, estaban vacías, pero no eran normales eran armaduras de oro. Se sentía una pequeña aura de poder mientras caminaba.
Esto ya no me estaba gustando.
En algún punto me sentí perdida o mejor dicho estaba perdida, no sabía dónde estaba caminando o talvez si, pero... Siempre volvía al mismo punto en donde estaban esas armaduras de oro.
Camine en cada esquina, hasta que... Escuche una risa
No se cómo pero mis piernas reaccionaron por si solas y ya me encontraba doblando una esquina de ese laberinto. Encontrándome con unas salida, sentí el alivio recorrerme el alma y casi trote hasta salir, pero de nuevo me encontré en el mismo punto, pero esta vez me encontré con una fuente, con la agua cristalina y pétalos de rosas color blancas.