Capítulo 1

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Annabeth

Mis dedos teclean a una velocidad vertiginosa y mis ojos no dejan el monitor. El teclado es el único sonido en mi oficina en lo alto del Hospital General de Los Ángeles. Observo la carta que acabo de redactar y la envío. Necesito una nueva campaña para donación de sangre. Los Vampiros no hemos crecido tanto para necesitar tanta sangre, pero los humanos son otra historia. En los últimos años hay más y más humanos, y entre más de ellos, más accidentes, guerras y múltiples situaciones que les hace requerir atención médica y suministro de sangre.

Esto ha hecho que trabaje más, en tener más campañas de donación para poder suplir la demanda de sangre en ambos frentes. Los Vampiros para su alimentación y los hospitales para la salud. Me reclino en mi silla, cansada. La giro y veo la noche a través de los enormes ventanales de mi oficina. El cielo no es oscuro como en mi infancia, lleno de estrellas. No, aquí es casi naranja por la contaminación. Siempre he amado las noches estrelladas y mi vida, pese a ser nocturna, casi no me permite disfrutar de ellas.

—Ya casi amanece, debemos irnos. —la puerta de mi oficina se abre y veo a mi hermana parada allí.

—Ya sé...

—Anna... Trabajas mucho, debes relajarte de vez en cuando. —no importa cuánto tiempo pase, su tono de hermana mayor preocupada no lo pierde.

—Los bancos de sangre no se llenarán solos, ¿sabes? Tengo este contrato con Dúbhshláine que debo cumplir.

—Lo sé...

—Si no estoy al pendiente nadie lo hará, nos quedaremos sin suficiente sangre. El hospital no tendrá suficiente o no daré mi cuota para los Vampiros, y ¿luego qué? ¿Anarquía? ¿Vampiros nuevamente en las calles en busca de sangre directo de los humanos? ¿Los humanos cazándonos?

La veo girar los ojos exageradamente, claramente molesta por mi absurda charla.

—Eso no pasará, lo sabes. Somos líderes en la medicina a nivel mundial, nuestros hospitales son los líderes en donaciones de sangre y sabes que no somos los únicos. Aparte las Dearg-due saben de dónde suplirse con más sangre si les es necesario.

—Sin embargo, somos los únicos con una administración completamente dirigida por Vampiros. —rápidamente le corrijo.

Ella exhala y se deja caer sin gracia en el sillón frente a mi escritorio.

—Pronto amanecerá, no debes quedarte, y como tu hermana mayor te llevaré conmigo.

Ahora soy yo la que se desploma en su silla.

—Solo enviaré este último memo y nos iremos.

Ella se reclina desganada en mi sofá. Sus botas de tacón alto quedan sobre uno de los reposabrazos y saca su celular, posiblemente para jugar algún videojuego.

Marybeth y yo fácilmente podemos pasar por hermanas de sangre. Ambas tenemos el mismo cabello negro azabache, el mismo tono de piel tan blanco como la porcelana. Incluso tenemos facciones muy similares, como la nariz perfilada y rostro ovalado. Pero donde yo tengo los ojos azules de mi familia, los suyos son color avellana.

—Listo, vamos. —digo tras oprimir el botón de enviar.

—Al fin. —de un salto está a mi lado — ¿Quieres hacer algo hoy? —pregunta, caminando a mi lado.

—Casa, solo quiero dormir.

— ¿Segura que yo era la monja? —se mofa de mí.

—Estoy segura de que eras todo menos una monja. —le doy un leve empujón con mi hombro.

Cierro las puertas dobles de mi oficina y ando con ella hacia el ascensor. Estamos en lo más alto de uno de los hospitales más prestigiosos de Los Ángeles. Tanto Marybeth como yo con el tiempo estudiamos medicina y abrimos nuestro primer hospital en Londres. Lentamente nos expandimos por el mundo. En Estados Unidos abrimos cinco, uno en Massachusetts, otro en New York, Chicago, Los Ángeles y Texas. También tenemos en Canadá, México, Brasil, Alemania, Australia y Rusia. El tener tanto hospital nos ayuda a cada cierto tiempo mudarnos y que nadie note que somos inmortales. Cada que vamos a uno de los hospitales somos como las hijas de los dueños, o algo así.

Crónicas de Vampiros// Un Angel para la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora