Capítulo 6

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Hope

—No te lastimes. —dice la voz ronca al final de la habitación.

Está muy oscuro y solo distingo una luz muy brillante al final que no me deja saber quién es. Una parte de mí lo sabe, pero la información se pierde en un pozo negro de mi mente.

—No me puedes tener aquí para siempre.

La voz suena como la mía, pero a su vez es como si solo fuera una mera espectadora de lo que sucede.

—Solo el tiempo necesario —se mofa —. Si fueras otra todo sería más fácil.

Entre la luz enceguecedora vislumbro unos ojos color oro y casi puedo decir su nombre, pero se me vuelve a escapar.

—Ella no puede morir y yo viviré lo suficiente, así que la encontraré no importa qué.

— ¿Estás segura de que no puede morir? —el dolor en mis extremidades pasa a ser secundario y uno en el centro de mi pecho es mayor —Todos somos mortales de una u otra forma. Ya se te pasará esa obsesión. No te preocupes, trataremos de ser piadosos con esa escoria.

El sitio por donde entra la luz se cierra, dejando todo en tinieblas y tiro aún más fuerte de mis ataduras. Siento mi piel desgarrarse.

La agonía se extiende por todo mi cuerpo, escociendo como fuego. El pensamiento de que le lastimen y no estar allí para evitarlo me carcome y tiro aún más fuerte. Tiro tan fuerte que salto y me despierto en la cama, sentada. Los brazos de Ann todavía en mi cintura. Noto el sudor frío en la frente y mi respiración acelerada. El dolor circula por mis manos, tobillos y espalda, y las miro por inercia, esperando hallarlas en carne viva, pero están casi sanas.

— ¿Hope? —la voz soñolienta de Ann me hace girarme para verla, sus ojos preocupados en mí — ¿Estás bien?

—Creo... creo que fue un mal sueño.

— ¿Segura?

Solo asiento.

Intento recordar cada detalle del sueño; se sentía tan real, como si fuera algo que viví, pero lentamente se esfuma. Solo me quedan los remanentes del dolor.

—Tranquila —susurra, besando mi cabeza —. Ahora estás conmigo.

—Lo sé. —regreso a la posición de antes, enterrando mi rostro en su cuello, sintiendo su aroma.

La conexión que siento hacia ella es única y es lo que me hace creer que realmente es mi esposa, con quien debería estar. Oigo el trinar de las aves en el exterior. Todavía los brazos de Ann están a mi alrededor, sosteniéndome, protegiéndome.

— ¿Estás despierta? —musita sobre mi cabeza.

—Recién. —le contesto, pero me abrazo más a ella.

—Es temprano, el sol está arriba.

— ¿Qué debemos hacer?

—Bueno, creo que deberíamos comprar algo de ropa, comida.

—Eso suena como un plan. —digo, comenzando a levantarme.

—Primero debemos esperar que baje el sol.

—Oh, cierto.

Me giro para verla aún en la cama. Su cabello negro se extiende por las almohadas blancas. Una de las tiras de su camisilla de pijama se ha deslizado por su hombro, dejando expuesta la piel blanca, luce tan sencilla de esta manera, y sexy. Todo este tiempo se ha visto como una mujer imponente, segura de sí, pero ahora luce tan normal y joven. Seguro no pasa de los 25 años.

Crónicas de Vampiros// Un Angel para la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora