Epílogo

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Annabeth

Una Semana Después

Estoy sentada dentro del enorme despacho de la casa de Artemia. La vivienda está dentro del bosque, en un pequeño pueblo en el interior de Virginia. La casa tiene ese aire antiguo, pero a su vez se ha ido modernizando según la época. Estoy sentada en una silla de madera y terciopelo, frente a mí una mesa ovalada de roble que a simple vista puedo decir que fue tallada a mano.

Junto a mí está Hope, jugando nerviosamente con el dobladillo de su blusa de manga larga. No estamos solas en este lugar, pero sí somos las más apartadas, sobre todo porque aún es muy pronto para estar cerca del sol.

Observo a una chica de ojos grises y cabello negro que está sentada justo frente a mí, y tras ella está Suniva. Sus manos están sobre los hombros de la joven, demostrando que es su pareja. La chica tiene una de sus manos entrelazada con la de Suniva. Hace años que Suniva y yo no nos vemos, claramente aún tiene el mismo semblante. Fácilmente nadie diría que somos familia. Era en la antigüedad, cuando crecíamos, y lo único que distingue un Gastrell son los ojos azules, ojos que yo heredé de mi madre. Es lo único que al vernos alguien podría decir que nos parecemos.

Al otro extremo está una chica que conozco como Alexandria. Por lo que sé, su hermano y cuñada fallecieron hace algunos años a manos del cazador, dejándola a cargo de sus sobrinas.

— ¿Cuánto más vamos a esperar? Maggie está sola, si lo que Annabeth dice es cierto podría estar en peligro. —reclama Alexandria, evidentemente molesta con la situación.

—Yo estoy segura de lo que ella nos ha relatado. —habla otra chica que no conozco, de cabellera rubia.

Esta me la presentaron hace un rato como Mikaela. Ella sí ha tenido un encuentro con el hombre que vi. Ese hombre fue quien dio las órdenes para asesinarla. Con lo que mi Hope escuchó y lo que la misma Mikaela sabe tenemos una buena teoría de lo que sucede montada.

—Todos los niños están con Mags, la guardería tendrá más protección. —dice Suniva.

Por lo que sé, casi todas las que están aquí reunidas tienen hijos, ya sean propios o adoptados, y la amenaza de un cazador no es para nada alentadora. La puerta doble del despacho se abre, dando paso a la inmensa humanidad del Alfa Kodiak. El hombre está construido como un maldito árbol. Su mandíbula está tensa, sus ojos se pasean sobre todas.

—Amor, tranquilo —la voz melosa de Artemia inunda el lugar —. Hope, Annabeth, un placer que se unan a nuestra comunidad. Le puedes mencionar a tu hermana que también se pase un rato para dialogar.

—Así lo haré.

— ¿Qué esperamos, Artemia? Vamos directo al grano.

—Llamaremos a Duke.

—Artemia, te respeto como a nadie, más que mi maestra, eres una amiga y además como mi madre, pero ¿a Duke? —cuestiona Suniva —Ella es...

—La única persona que puede hacer este trabajo —la voz de Artemia se torna más seria, sin dejar espacio a discusión —. Tanto lo que Hope ha contado como lo que Mikaela nos dijo cuando secuestraron a Kate indica que un Vampiro está planeando algo, que no me agrada para nada.

— ¿Por qué nos necesitas hoy acá? —pregunto.

—Haré la llamada, quiero que todas aquí podamos trazar un plan de acción.

La conversación se alarga mucho más de lo que pude haber imaginado. Finalmente estamos todas de acuerdo en que tenemos un Vampiro haciendo salvajes y tiene como cómplice a un cazador. La llamada a Duke es tan corta como todos presumimos. Acabamos por pactar que en una semana nos volveremos a reunir con la llegada de Duke para poner en marcha todo.

Crónicas de Vampiros// Un Angel para la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora