Capítulo 9

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Annabeth

Corto la llamada cuando escucho que tiran la puerta. Mi corazón late fuertemente. Hope. Hope tuvo que haber escuchado mi conversación. Necesito respirar, necesito... decir la verdad de una vez por todas. Salgo de la sala, yendo tras ella. Llegó el momento de hablar. Sé que oyó mi conversación y esto no irá nada bien.

Veo la puerta corrediza de cristal algo astillada y sé que salió por aquí. Esa chica tiene fuerza, tengo que admitirlo. La abro, pero no la encuentro por todo el lugar. Si corrió hasta el bosque puede estar en peligro, rondan muchos animales salvajes.

— ¡Hope! —grito tan fuerte como puedo.

No hay respuesta alguna. Camino por los alrededores, esperando que realmente no se haya alejado demasiado. Sin embargo, todo de mí tira bosque adentro. Sé que está allí, ese hilo de la unión que aún no se completa me hala. Estoy por correr a donde debe estar cuando escucho su alarido.

— ¡ANN!

Corro hacia donde escucho su voz. Está profundo en el bosque. Me muevo tan rápido como es posible, queriendo llegar a ella. En mi pecho se abre un hueco más grande entre corro y no llego con ella. Mientras más corro más lejos veo mi destino. Salto un tronco caído, sé que estuvo allí, todo huele a ella, pero ya no hay rastro de ella. Levanto la cabeza y distingo a lo lejos el sonido de un aleteo.

—Hijos de puta. —maldigo, viendo cómo se la llevan.

¿Cuál es el puto interés en ella? Primero la tienen encerrada y casi lo puedo entender, no deseaban que me encontrara, que fuera mi pareja, pero ya no tiene alas, no puede ser más una de ellos. ¿Por qué la siguen queriendo? Me giro para regresar a la casa cuando siento un golpe en la parte posterior de la cabeza. Todo se vuelve oscuro y caigo de bruces contra el suelo.

Despierto en la cama. No estoy segura de cómo llegué aquí, aún todo me da vueltas. De lo que estoy segura es que ha pasado mucho tiempo, porque las ventanas están fuertemente protegidas y un poco de luz se cuela por las esquinas.

—Dios, hasta que despiertas. —escucho una voz a mi lado.

—Mary. —digo apenas con ganas.

— ¿Qué te ha pasado? —pregunta, acercándose un poco más a mí.

—Se la llevaron. —contesto, girando mi cabeza hacia mi hermana, viendo que no está sola en la habitación, hay otra mujer aquí.

— ¿Hope?

— ¿Quién más? —me levanto de la cama de mi habitación donde estoy recostada y me apresuro al armario, sacándome el polo sin preocupación de que alguien me vea —Lo que importa es: ¿qué haces aquí?

—Aparte de salvarte una vez más —replica —. De no llegar te hubieras hecho cenizas donde te encontré —levanto los hombros, restándole importancia, buscando que ponerme —. Respondiendo a la pregunta: ya estaba de camino a Los Ángeles cuando te llamé, así que solo desvié el vuelo. Tuve suerte de estar ya sobrevolando los Estados Unidos y llegar aquí en unos minutos.

—Gracias. —finalmente digo, porque, después de todo, sí me salvó y como siempre me está ayudando.

Una vez tengo listo lo que usaré me giro hacia ella para continuar hablando, pero su expresión de horror me deja quieta.

—Annabeth. —comienza, acercándose y tomando mi brazo — ¿Qué tienes?

—Fue un accidente. No tuve tacto cuando le di la noticia de ser un Vampiro.

—Seguro no fue por un mensaje de texto. —susurra la chica desde la puerta con un ligero tono molesto.

Levanto una ceja hacia mi hermana.

Crónicas de Vampiros// Un Angel para la VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora