DIGITAL

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"From the outside, everything looks right.

From the outside, from the outside"

DIGITAL - Imagine Dragons. 



Como le había prometido al hombre extraño, permanezco tumbado sobre el hielo acogido por esa poderosa sensación mientras el sol se asoma alegre en el cielo, pintando mi mundo de un hermoso anaranjado y llamando a las primeras personas a salir a sus jornadas laborales. Sé que es lunes y debo trabajar, sin embargo me aferro con fuerza a ese sentimiento. ¿Qué importa si falto un día a la librería?

Y como la persona me había advertido, me congelé. Mis dedos desnudos duelen al igual que mi rostro, aunque quiero permanecer ahí, acostado y sintiendo esas miles de emociones que llenan mi alma de abundancia. Extraño a Hannah, lo debo de admitir, aunque creo que ya te lo he mencionado hace poco, pero en este momento la extraño más que nunca. Quiero que esté junto a mí, ambos mirando el cielo renacer en un nuevo día. Pero, ¿qué más se puede hacer? Ella está lejos y ya no recuerdo bien de lo que hablamos. Sé todavía del astronauta que habita en mi cabeza, está detenido en su nave por alguna razón, comprendo que quizá esa ausencia de recuerdos lo está haciendo permanecer petrificado y en silencio.

Me levanto entonces del suelo helado y miro hacia mi alrededor. Algunos peatones se detienen a mirarme, viendo en mí una especie de vagabundo que se quedó al parecer dormido en la pista de hielo. No hay señales del Extraño a mi alrededor, ni de su auto que me condujo a aquel sitio. Sé que no fue un sueño, sé que aquel sujeto existió la noche pasada y me llevó hacia la pista de hielo por algún motivo, pero sigo ignorando las respuestas a toda clase de pregunta que cruza por mi mente.

¿Qué sé yo realmente? ¡Nada! De cierta forma mi mente es un vacío que succiona toda memoria que intente recordar. Desconozco el origen de la fuerza que me ha llamado durante la noche y el nombre original del Extraño.

Las fuerzas que llenan mi espíritu comienzan a abandonarme, me siento de pronto desamparado en un mundo en el que la fantasía se desvanece, la tristeza comienza a escalar por mi estómago envenenando mi corazón. Quiero quedarme ahí, en la pista de hielo, pero simplemente mi alma no tolera que la energía se vaya, comienzo a soltar lágrimas que caen al hielo y parecen congelarse.

Sin más que perder y desconociendo lo que haría en ese día, comienzo a caminar fuera del lugar, atravesando las avenidas cubiertas de nieve y rebosantes de aire fresco y nuevo. Una de aquellas brisas de aire llega a mi rostro, en un inicio parece ser una ventisca cotidiana, aquella de las que levanta hojas del suelo y se las lleva hacia lugares remotos. Pero pronto me doy cuenta de que aquella ventisca baila únicamente para mí, se mueve a mi alrededor en una danza que hace a la nieve flotar y rodearme. A nadie parece importarle el juego entre yo y el viento, somos uno mismo en un mundo que de pronto se ha teñido de fantasía.

La ventisca comienza a desvanecerse de mi piel, dejando un fresco aroma floral que llena mi nariz de placer. Pienso que no me equivoco demasiado sobre lo que sucede a mi alrededor, la realidad se distorsiona y mi ciudad se convierte en un lienzo en blanco donde la naturaleza es la artista y dibuja un paisaje surrealista donde soy el personaje principal. Al menos así lo pienso yo.

Recuerdo aquella novela que leí hace pocos años: El Fin del Mundo y un Despiadado País de las Maravillas de HarUki Murakami. El protagonista encuentra que El Fin del Mundo es un espacio escondido en su inconsciente, y el habitante de aquel sitio reconoce que la Ciudad de El Fin del Mundo pertenece a un sitio más allá de lo que las maneras naturales de actuar de la realidad pueden explicar. ¿Será que me encuentro viviendo en el espacio reprimido de un yo más lejano? ¿Será que las fronteras de mi ciudad son los límites de la mente de un ser ajeno a mi mundo?

Como he mencionado, dudar se ha vuelto una forma de cuestionar la realidad y escapar de ella en un sentido casi literal. Podría asustarme, pero ni siquiera el miedo llega a mi cabeza cuando pienso que mi propia existencia podría no ser más que una idea. En todo caso, el astronauta que vive en mí debería encontrarse más preocupado que yo, el sí que es un pensamiento, una metáfora, una idea. Viaja en su nave espacial hacia un destino no del todo exacto y real. Es una especie de concepto digital que habita en mi mente.

Me pregunto entonces si mis emociones, esas que me llenan de fuerza y alegría, podrían ser artificiales. Claro que yo puedo ser real, un ser compuesto enteramente de carne y hueso de libre pensamiento, pero, ¿mis sentimientos podrían ser también un concepto artificial? ¿Qué tal si los humanos no somos más que simples cascarones rellenos de sensaciones que no nos pertenecen para poder actuar y ser consientes de nuestra propia existencia?

A uno se le puede desprender un diente, se puede cortar un brazo o una pierna, o puede perder un órgano, pero, ¿las emociones? Nos detenemos a analizar si existimos realmente, pero ignoramos sobre la veracidad de lo que sentimos. ¿Podemos asegurarnos de que la felicidad, la rabia, el miedo y la tristeza tienen un lugar en nuestra cabeza? ¿No podrían ser ideas artificiales implantadas por un ente externo?

Me duele la cabeza ante tales pensamientos, incluso llego a pensar que mi astronauta mental también debe encontrarse fatigado por esas ideas. No debo molestarlo tanto, está tranquilito en su nave espacial, seguramente disfrutando de un té o café mientras admira el Universo y se pregunta en qué clase de vacío espacial se encuentra y quién es en realidad (parece tener algunos pensamientos en común con los míos).

Necesito aclarar mi mente, así que decido dirigirme hacia el Viejo Convento, posiblemente se encuentra casi abandonado al ser día de trabajo. Comienzo a caminar, atravesando cuadras y calles hasta llegar al edificio religioso donde un gran jardín con torres y murallas se extiende a su alrededor. Entro por la entrada principal, atravesando caminos rodeados por plantas marchitadas y árboles sin hojas, hasta llegar a un pozo donde el agua ha caído congelada. Me recuesto en él, sentado sobre la tierra y cierro los ojos. Los cierro fuerte... Tan fuerte... Hazme saber astronauta a dónde voy y dónde está Hannah. Hazme saber, astronauta, quién soy. Hazme...

MI QUERIDO ASTRONAUTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora