•El sublime deseo mortal.

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Capítulo 6.

Cuando las razones por las cuales luchamos por la vida se empiezan a acabar y las personas que nos rodean nos apuñalan, será momento de decidir si dejamos que nos maten o matar para seguir en pie.

Al mirar por la ventana entendió que ese era su destino, ser un asesino, en su mente pensaba muchas cosas pensamientos que no lo dejaban en paz, planes alternos, pues para eso se había estado preparando para su transfiguración.

Volvió la mirada a la habitación, miro a todas las personas que ahí dormían observó a cada de unos, esas personas que luchaban por su vida y que si el quisiera podía apagar la vida de ellos al instante, de aquellos seres débiles y que no podían defenderse.
Al imaginar todo el horror que podía provocar le causó tanta risa que comenzó a reír sin temor a ser escuchado y ser reprendido de sus actos.

Era de esas risas contagiosas, carcajadas llenas de alegría y de aquellas que terminan con lágrimas en los ojos y dolor de estómago, así eran las risas de Adán, parecía muy feliz, aquel muchacho guapo, alto de muy delgado, de rostro angelical y sonrisa encantadora.

Los pacientes al verlo algunos se despertaron y rieron con el, pues pensaban que quizá algo le parecía divertido.

Adán volvió en si mismo, se enojo con ellos, los miro y les gritó: “Ya es hora de dormir enfermos" .

Diciendo esto se marchó a su habitación ya era noche, se quitó su disfraz de enfermería, se puso una camiseta blanca y un saco negro con un antifaz y unos guantes y salió por la ventana, trepó la barda y se fue con dirección al boulevard de Santa Paz en la avenida del Sol tal y como había dicho Katy ahí se encontraba su padre .

Ahí estuvo indagando entre los vagabundos quien de todos tenía una niña enferma y sin piernas de nombre Katy, hasta que uno de ellos le dijo que era aquel que cuidaba unos barcos en el muelle pero que era un briago y que mejor no lo buscará era muy peligroso.

—Con que peligroso.–Dijo Adán aquel hombre que se encontraba en el piso dándole una patada dejandolo inconsciente.

Camino hasta el muelle, en menos de una hora ya había llegado, y ahí lo miro con sus ojos negros y su bella sonrisa imaginando cómo sería la muerte de aquel desgraciado.

—¡Buenas noches imbécil!.–Dijo Adán acercándose aquel hombre por la espalda.

—¿Quien demonios eres mal nacido?.–Respondio el hombre parándose de un salto del suelo dónde se encontraba sentado empuñando las manos en señal de alerta.

—¿Crees que con tus puños me vas a lastimar?, ¡No me hagas reír ! , Sabes seré claro contigo, vengo a matarte.

—¿Que ?, ¡Estás idiota!.

El hombre se abalanzó contra Adán, quien logró esquivar el golpe con agilidad, y rápidamente detrás del hombre saco una inyección y se la puso al hombre, pero fallo y la jeringa cayó al suelo.

Cómo perro hambriento se aventó encontrá del hombre sin importarle nada, si pudiera salir herido, se había transformado en un demonio, que era incontrolable, con un cuerpo trabajado en el gym, una mente pervertida lo hacían invensible.

Logro morder al hombre en la cara arrancando un pedazo de ella, era un hombre delgado y débil por el alcohol era presa fácil.

Gritos desesperados salían del hombre quien con una mano tapaba su herida creyendo que la sangre así no saldría.

—¡Que eres !, ¡ Maldito hijo de perra! Yo no te conozco ¿que te hice?.

—Sabes es un regalo de mi amiga Katy ¿la conoces?, Debo suponer que si, ya que tú la has dejado sin piernas, sabes gente como tú quizá también debería morir y eso te va pasar.–Dijo Adán limpiando la sangre de sus labios.

Sacando un bisturí su arma electa de cortes perfectos le dijo:

—Este amiguito se llama Soul, ¡Apoco no es genial! Mira como brilla con la luz lunar y con tu sangre su brillo será hermoso.

—!Katy es una hija malagradecida me robó y debe pagar tu que sabes!, Es mi hija pero no me importa lo que le pase a esa mal nacida, ¡con eso te voy a asesinar maldito! ¡ Estás loco!

El hombre se fue encima de Adán, quien logró cortar su pierna del hombre y una vez dominado procedió a hacer tan bello trabajo.

El hombre gritaba y Adán cortaba su pierna con fuerza rodeando la pierna hasta abrir aquel trozo de carne rojo y con el flujo sanguíneo escurriendo entre risas le dijo:

—¡No te duermas! ¡mira que color tan bello es la sangre! Me gusta ver cómo fluye entre mis dedos, sentir como tu piel se rompe y su corte en pliegues es lo más hermoso que puede haber, sabes algo.–Decía mientras el hombre ya empezaba con convulsiones.–Es más valiente Katy que tú, ella sigue muy bien, sin piernas pero bien, y no se porque no te odia.

—¡Ya déjame en paz me duele! Ya te dije que esa perra no me importa,¡ Perdóname la vida ,¡ ya no sigas!

—No, en mi corazón no hay esa palabra !lo siento mucho! Y ahora goza, canta mientras mutilo tus piernas, sabes hay una canción que cantaba la perra de mi madre, y esa viene bien para la ocasión.

“Linda gatita de Hoboken, tus patitas cansadas están, no tienes a dónde ir pues de tu hogar te han sacado, Gatita tú pelaje se ha caído por el calor de Hoboken, no maulles más nadie te salvará.”

 
Mientras cantaba cortaba su pierna hasta llegar al hueso, cantaba el arrullo que su madre solía cantar para cuando llegó al hueso y proceder a arrancar la pierna a jalones, el hombre estaba a punto de morir.

“Es lo más bello que te puede pasar”, dicho esto arranco la pierna de un solo jalón, el hombre grito con sus últimas fuerzas y murió.

Adan la lanzo a la orilla de la playa y se inco a contemplar su trabajo le había quedado hermoso.

Un desmembramiento, un cuerpo entre sangre era su trabajo perfecto.

—Vaya de cierta manera pago con su vida lo que le hizo a Katy , en verdad es una pequeña, nunca entenderé a los malditos padres, pero a todo esto como me he de llamar no puedo andar como estúpido diciendo me llamo Adán Solmer, todo asesino tiene un hombre vengador ¿Que me recomiendas?.–Le dijo al cadáver mientras acariciaba suavemente la herida que aún sangraba contemplando aquel cadáver con una tierna mirada.

—Bueno debo irme, antes que vengan los policías, ya sabes que show.

Se puso de pie, limpió su bisturí con la ropa del cadáver y sus manos con  guantes y le dió una patada de despedida y entre la oscuridad camino de regreso al hospital.

Se miraba feliz e iba silbando la canción de la Gatita de Hoboken, hacía lo que más le gustaba, quizá pensaba que en su retorcido mundo eso estába bien para el era lo correcto.



La Transfiguración de Adán SolmerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora