•La crueldad.

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Capitulo 2.

Cuando nuestra alma es herida profundamente no hay nada que detenga su destrucción.

23 de julio 1999.

Los Suburbios Quezantla City.

Habían pasado 4 meses desde que Adán había presentado cambios en su mente y su cuerpo.
Ahora tenía un aspecto sombrío, delgado, y el acné que padecía ya no estaba visible en su rostro ya no era aquel "gordo" apodo que le había cambiado su nombre en la etapa escolar, era un joven cambiado pasaba horas en su habitación sin comer solo hablando con el mismo y fortaleciendo su mente para la nueva transfiguración que tenía pensado.

Su madre seguía en el mundo del alcoholismo, su casa estaba en deterioro, sucia con aspecto como si no viviera nadie.

Su madre se perdía en sexo, alcohol y trabajo, dejando a su único hijo de un lado, para dar paso a su nueva vida desenfrenada, muy pocas veces hablaba con su hijo.

El calendario marcaba sábado 23 de julio el día en el que Adán cumplía 17 años, se puso una playera negra, unos guantes blancos quirúrgicos, una pequeña navaja con la cual se cortaba y que había afiliado para su cumpleaños, un jeans en negro y de bajo sus párpados un delineador en negro sombreando la parte de abajo para crear unas ojeras, se puso loción y bajo rápidamente las escaleras.

En la sala su madre tenía un pastel decorado con unos patos amarillos y unas velas con el número 17, y un buen plato de spaghetti adornaba la mesa.

—¡Hijo buen día !, ¡Feliz cumpleaños!.–Decia su madre mientras con pasos apresurados se acercaba a abrazar a su pequeño.

—¡Oh vaya que grata sorpresa!, Pero Ruth te has acordado, estás haciendo que me arrepienta de lo que planeó hacerte.–Repondio Adán con cierta alegría, tomando su lugar en la mesa junto al pastel ingnorando por completo el abrazo.

—¡Adán no me digas Ruth, dime "mama".

—Ay se me olvidaba que eras mi mamá ¿y dime? Ya te acordaste que existo, ¿hasta ahora se te vino a acordar que existo?.....

De pronto alguien tocaba a la puerta
Ruth se levantó de la mesa y fue a ver quién tocaba el timbre con tanta rapidez, entre abrió la puerta para ver cuándo un hombre entraba a la fuerza, haciéndole a un lado.

—¡Oh estás aquí !, Cristian ¿Que haces aquí?.–Dijo Ruth con tono de asombro.–  ¡No te esperaba! pero que bueno que llegaste estamos a punto de cortar el pastel de Adán.

—¡Sobrino querido!,Que gusto me da verte.–Dijo el hombre forzando a abrazar a Adán.– ¡Vaya no estás tan gordo como recordaba!, Ahora estás peor.–Afirmo entre risas.

—¡Sueltame degenerado!, ¿Ah venido a verme a mi? O a calentar la cama de Ruth, ¡perdón!, ¡Mi mamá !.–Dijo en Repuesta Adán tomando la navaja con su mano empuñada listo para atacar.

—¡Callate la boca Adán!, ¡No sigas por favor!.–Entre lágrimas su madre se defiendia negando toda acusación.–¡Antes de ser madre soy mujer que no se te olvide Adán!

—¡Así!, Con que esas tenemos, con esa excusa te defiendes, con esas palabras que no significan nada para mí,con esas malditas palabras!.–Dijo Adán mientras aventaba por el suelo el pastel, y todo lo que en la mesa se encontraba.

Su mirada fría, sin luz unos ojos negros encendidos de irá,  el dolor se hacía presente, era algo que se rompía en su cuerpo, quizá ese enojo no podía ser controlado ni por su madre.

—!En verdad no sabes lo que has hecho, no lo sabes "mama".– Dijo con enojo y rabia Adan.

Empuño la navaja y se le fue encima al hombre, la madre nada pudo hacer Adan le atraveso la garganta con la navaja, lentamente corto su cuello se fascino cuando la sangre brotaba del corte, el hombre se intentaba quitar de encima esa bestia, su cara de horror y con una voz entre cortada pedía ayuda, la mujer gritaba e intentaba tomarlo por los hombros, pero su concentración era inmutable .

Adan se sentia feliz en cada corte en su rostro del hombre al que un dia le dijo tio, y que habia tomado a su hermana como su amante, para el eso  no lo  podria perdonar.

Desfigurando por completo su rostro la sangre corría por el filo de la navaja  era tan brillante, roja y espesa, lamió las gotas que de ella se desprendían, dejando el cuerpo aún lado corrió a dónde su madre horrorizada lo miraba, tenía miedo de que algo le hiciera.

—¡Adan!, ¡Calmate hijo mío !.–Le dijo mientras se paraba despacio anteponiendo la mano para calmar a la bestia.–!Hijo mío tranquilo mi cielo!, no pasa nada hemos de ocultar el cadáver y nada ha pasado.

—Crees que con esas palabras me vas a calmar mamá, hace tiempo debiste decirme todas esas palabras de amor y cariño que tenías para mí no ahora .–Dijo con la cabeza cabizbaja empuñando con la mano izquierda la navaja.–¿No crees que es ahora tarde Ruth?.

—Se que hice mal Adán, entiende soy mujer y también necesito amor, cariño más de lo que tú necesitas.

—Mi padre está en la cárcel, tus locuras de prostituta me condenaron a una vida de miseria y tragedia, abusos y constantes rechazos hacía mi persona, por ser el gordo y cuando en las noches lloraba mi mamá no estaba, ¡Entiendes no estabas !. –Le gritaba a su madre.

—Hijo.–Le dijo arrodillándose.–Te prometo que de ahora en adelante todo va a cambiar.

—¡Cállate! ¡No digas más ! ¡Esto tú lo provocaste! Tu eres la mujer mas asquerosa en el mundo, amante de tu hermano, cuando necesite de ti nunca estabas, cuando deje la escuela, no te importó y hoy que es mi cumpleaños pensé que de verdad seríamos tu y yo no tu, yo y tu amante.
En verdad lo siento pero ya no soy el mismo de antes, algo en mi cambio, se ha roto y ahora sabrás quien soy ahora.

—¡Adán no!.–Grito su madre.

El día en que una persona se puede sentirse feliz por estar festejando el día en que conoció por primera vez el mundo, Adán se conoce así mismo justo en ese día es el inicio de una transfiguración.

La Transfiguración de Adán SolmerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora