Que Dios te perdone, yo no lo haré.

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  - Perdón por huir- dijo Sal, apareciendo de repente en su cuarto, a las 4 am, después de estar desaparecido por mas de 6 horas, despertando de golpe a Travis de un susto.

  - H-hey, no tienes porque disculparte.

El peliazul se quito sus zapatillas y, cayendo de rodillas sobre el colchón en el piso, gateo hasta estar frente al rubio. Se sentó y se quito sus colitas, ya un poco deshechas. Travis frotó sus ojos un poco y extendió una de sus manos, la cual fue recibida por el menor, quien la acuno entre sus dos manos y depositó un beso en ella con los labios de su mascara.

  - Tu también me gustas Travis. Y mucho. Solo... Me asusté un poco. No estoy acostumbrado a que me amen de vuelta. Disculpame por eso.

  - Esta bien, Sal. Yo habría hecho exactamente lo mismo.

El rubio sonrío suavemente. Sally se dejo caer con el cuerpo ajeno, abrazandolo mientras ambos caian sobre el colchón. Travis lo tapó con las sabanas y Sal se quito sus prótesis para inmediatamente enfrascar su cara en el pecho del mayor, haciendolo reír en el proceso. Haciendo un poco de esfuerzo, el rubio beso la coronilla del menor y se acomodo para seguir durmiendo mientras acariciaba el cabello contrario.

A la mañana siguiente, Henry y Lisa estaban preparando el desayuno juntos, como todos los sábados, mientras Larry buscaba que ver tirado en el sillon, con Gizmo sobre su abdomen. Un suave golpe en la puerta rompe el ambiente tranquilo.  Lisa mira el reloj y con señas, le pide a su hijo que atienda la puerta. Suspirando con molestia, Larry quita al gato de encima, quien le bufa molesto y se dirige a la entrada.

  - Buenos días hijo.
 
  - Buenos dias... Ministro.

Al oir las palabras de su hijo, la mujer rapidamente se mueve y se pone delante del castaño, como protegiendole con su cuerpo. El ministro Phelps deja salir una mueca de asco de un milisegundo para volver a su típico rostro de aburrido. Henry se acerca cautelosamente, escondiendo un cuchillo de cocina a su costado.

  - Buenos días, Ministro- saluda Henry, examinando la situación- ¿Gusta pasar?

  - Con permiso.

El imponente hombre cruza la puerta y Larry la cierra tras de el. La tensión podría cortarse con las manos. El hombre recién llegado examina meticulosamente el lugar, ignorando el aroma a pastel que viene de la cocina. Con sus manos detras de su espalda, se para frente al televisor, donde mira con desagrado a Gizmo sentando en el sillón, para luego mirar disimuladamente las habitaciones.

  - ¿A que debemos su visita, padre?- preguntó Lisa, tomando con algo de fuerza los hombros de su unico hijo.

  - Creo que es, un poco bastante obvio, señora Johnson- respondió el rubio con aburrimiento- Se que mi hijo se encuentra aquí. Solo queria asegurarme de que estuviera bien. Y en un lugar adecuado.

  - ¿Que insinu- Si señor, Travis se encuentra en perfecto estado. Y creo que mi hogar es bastante adecuado para los niños. - Henry apretó el mango del cuchillo con fuerza y rabia.

  - Ya veo... Temo la interrupción, de todos modos. Aunque creo que cualquier padre estaria preocupado, despues de que su hijo abandonara el nido tan repentinamente.

  - Oh si, lo entiendo padre- continuó Lisa, un poco menos tensa, pero sin bajar la guardia- Los niños de hoy en dia tienden a ser muy.. Volatiles. E inesperados, ja ja. Nosotros como padres terminamos bastantes preocupados por su bienestar.

  - Estoy de acuerdo, señora Johnson. En especial, cuando tu hijo se va con una ramera.

  - ...

¿Asi se siente el cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora