Imbécil.

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Oh, Sal estaba furioso. Si, pero eso no le impidió preparar el desayuno, poner la ropa de ambos cerca del calefactor para tenerla calentita y caminar tomados de la mano con Travis hacia la escuela, como lo venían haciendo desde hace días. Si, estaba enojado, pero eso no le impedía seguir siendo el pan de Dios que era. Aún así, el rubio podía sentir la tensión entre ambos. Y por eso tomo la decisión de esquivar al menor durante la jornada escolar. Era algo que sabía hacer a la perfección, no sería la primera vez.

Apenas llegaron a la institución, Travis soltó la mano de Sal y huyó de forma disimulada, aprovechando que el resto de sus amigos lo tenían ocupados. Fue difícil para Sal localizar al rubio el resto de la jornada. Incluso daba vueltas por todos los pasillos, mirando hacia todos lados, buscándolo. Fue Todd quien encontró al rubio primero y le pregunto que sucedía.

  - ¿En serio? Sal parece estar de buen humor. Bueno, del humor usual. Sal siempre está de buen humor.

  - Lo se, lo sé. Pero se que está enojado. Enojado conmigo. Teníamos un contrato tácito. Pero soy un estúpido y no se si debería... Volver a casa hoy.

  - Si vas a tirar todo el esfuerzo de Sal y tuyo, solo porque le temes a la comunicación, juro que te mato aquí mismo- sentenció el pelirrojo, cruzando sus brazos sobre su vientre.

  - ... Quizás solo vuelva un poco más tarde al departamento. Quiero buscar un trabajo, no quisiera ser una carga para Henry.

  - Muy bien, válido. ¿Que le digo al enano entonces?

  - No veo porque tengas que decirle nada. Pienso yo, que no es par-

  - Sigues siendo un imbécil, Phelps- Todd suspiro, sorprendiendo al rubio con sus palabras tan duras- Un imbécil blando, Sal te hizo blando. Pero sigues siendo un completo imbécil. Haz lo que quieras, pero si lastimas a Sally, bueno, deberías comenzar a rezar desde ya.

El pellirojo abandono la situación refunfuñando y Travis se quedó estupefacto. ¿De repente todos estaban hostiles o era el quien había amanecido del lado equivocado de cama? Ignoró sus pensamientos y al terminar el día escolar, salió por la zona trasera de la escuela, dirigiéndose al barrio central. Ahí, llegó a una tienda de abarrotes, atendida por mujeres. Apenas sono la pequeña campanita de la puerta al abrirse, una de las mujeres dejo de hacer su tarea y corrió a abrazar al rubio, frente a la mirada curiosa del resto de los clientes.

  - ¡Oh! ¡Pero si no es mi caramelito de chocolate y menta! Travis, mi rey, me alegro tanto verte por aquí.

  - Gracias, señora Lacroix. Usted siempre tan bella y amable.

  - Oh, cariño, por favor. No me adules tanto, que me lo creo. Ven, hablemos.

La mujer lo llevo a la trastienda y le ofreció algo de café, mientras el rubio se sentaba en un sillón un poco antiguo. La señora Lacroix era una mujer de ascendencia africana, quien asistía a la iglesia de su padre y atendía esa tienda junto a sus hijas. Una mujer grande y corpulenta, con una sonrisa reluciente y siempre dulce. Era una de los poco feligreses que sabían de la situación de Travis con su padre, y había intentado intervenir varias veces. Pero la policía nunca estuvo de su lado y fue declarada persona revoltosa por la comunidad cristiana de la ciudad.

  - ¡Oh! Cuando leí ese tonto diario, donde decía que te habías ido de la mano de una chica con una gran mochila, pensé ¡Por fin! ¡Por fin mi muchacho es libre!

Travis no pudo evitar reír, la señora Lacroix era bastante demostrativa y cuando hablaba, no se quedaba quieta y explicaba todo haciendo gestos y movimientos con sus manos.

  - Asi parece, señora Lacroix. Estoy conviviendo con los Fisher.

  - ¿Henry Fisher?

  - ¡Exacto! Y usted sabe, es un buen hombre (para no ser religioso) y me recibió en su casa sin exigencias. Vine aquí, porque quería saber si podría trabajar con usted por un tiempo, hasta que sepa que hacer con mi ... Vida.- Travis dijo esto último un poco por lo bajo, con algo de vergüenza y de miedo, al rechazo.

¿Asi se siente el cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora