Oh dios.

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El comedor estaba igual de animado que un funeral. Las cocineras y chicas de la limpieza habian terminado su turno hacia horas. En la gran mesa de roble, Kenneth Y Travis Phelps se miraban uno al otro, en total silencio. Su comida se habia enfriado, esperando que alguno de los dos tuviera el coraje para soltar la mirada del otro.

  - Travis- soltó el ministro, después de lo que pareció una eternidad.

  - Padre- le respondió el rubio menor.

  - ¿ Donde... Donde fue que estuviste?

El rubio menor suspiró. ¿Como poner el palabras todo lo que había vivido en esos dias? Había estado tan cerca del cielo y ver el amargo rostro de su padre pidiendo explicaciones, era un golpe en el estomago demasiado duro y sin avisar. Jugó con sus dedos debajo de la mesa, pensando en Sal y en Gizmo. La camisa que tenia puesta todavía tenia pelos gatunos en ella. Y el perfume a granada del shampoo de Sal le llenaba la nariz.

  - No se como ponerlo en palabras padre. Yo... Yo no puedo explicarlo.

Travis levanto la mirada con los ojos turbios. Amenzaban llanto, pero el era un hombre ya. Llorar frente a su padre no era una opción.

Kenneth, a pesar de todo pronostico, se mantuvo callado. Su rostro neutral era raro. Mantuvo su espalda recta, pero relajo sus hombros. Y suspiró.

  - Feliz navidad y feliz año nuevo, Travis.

  - ... Felices fiestas a ti también.

El menor abandono la mesa después de eso, seguido por el mayor poco despues. Travis se paro frente a la gran chimenea de la residencia Phelps. En realidad, el no tenia nada que hacer ahi. Pertenecia a los apartamenos Addison, junto a Sally. Literalmente, su departamento estaba al lado de los Fisher. Si subía a su antiguo cuarto, lo encontraria vacío. Ya no había nada para el en esa casa. Ni recuerdos, no pertenencias, ni siquiera familia. Su familia eran los Fisher-Jonhson. Y estaba ansioso por volver con ellos.

  - ¿En serio no vas a contarme nada de tus vacaciones romanticas?

La aparición repentina del ministro sobresalto al rubio, en especial porque es pregunta no tenia una carga de malicia. Lo cual era extremadamente raro en su progenitor.

  - ... ¿La orden va a matarme?

  - Yo no pregunte eso.

  - Y yo te pregunto si puedo irme y fingir que nada ha pasado.

Kenneth lo miró. Se notaba titubeante. Y con dudas.

  - Hable con Fisher padre.

  - ¿En serio?- el rubio no podia imaginar una situación donde ambos hombres pudieran compartir habitación.

  - Si. El... Bueno, el parecia muy encantado con tu relación con su hijo.- "Oh, asi que padre ya se ha enterado. No entiendo como sigo vivo"- El punto es que, si decides salir por esa puerta, no puede volver Travis.

El menor ensancho un poco los ojos. ¿En serio lo iba a dejar ir asi? ¿Tan facil?

  - Papá, y-

  - No me hagas elegir entre mi hijo y mi Dios, Travis. Porque perderías.

Era todo lo que necesitaba oir. Travis sin mucha dilación, tomo la cadena de oro con una cruz que había llevado durante toda su vida, y se la saco del cuello. Avanzo con pasos firmes hacia el hombre en frente de si y le entrego el colgante. Kenneth no hizo ni un ademán de recoger la pieza.

  - ¿Tan facil es para ti, traicionar todo en lo que has creido?

  - Todo lo que he creido me ha hecho increiblemente infeliz. Fue en los brazos de otro hombre en donde por fin, pude sentir un apice de felicidad. No estoy interesado en la vida eterna o en el cielo, Kenneth. Solo quiero ser feliz.- Travis avanzo y tomo la mano de su progenitor de forma tosca y puso en ella el colgante, para despues cerrar el puño con sus propias manos- y MI felicidad no esta en una iglesia, ni es una figura de yeso y nisiquiera en la fé ciega de que todo sera recompesado. Si ardere en el infierno el resto de la eternidad por elegir mi felicidad antes que nada, pues que asi sea.... Amen, Kenneth.

Dicho esto, el menor dedicó una ultima mirada de desaprovación ante su padre y salio de allí, cerrando la puerta con rabia tras de si.

Y Kenneth se quedo ahi. Con el colgante que le había dado a su hijo de bebe, yaciendo en sus manos. Eso era la prueba de que, finalmente, había perdido a su hijo. Y no penso en si mismo como padre, o en las explicaciones que debia dar. Nisiquiera penso en la orden. Su cabeza estaba tan cegada que solo podia sentirse traicionado en su fé. Y sobretodo, que habia traicionado a su Dios.

Casi como en busqueda de consuelo, con los ojos inundados, el hombre miro hacia arriba, hacia el techo de fina madera, con el alma destrozada.

  - Dios mio, Dios mio. ¿Por qué me has abandonado?

Y al igual que siempre, no recibió repuesta.

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Hellow, ha pasado tiempo eh? Disculpen la tardanza, depresion, jeje. Actualizacion cortita para anticipar un final. Seguro el próximo cap sea el ultimo. Sin duda ha sido largo jajaja.

¿Asi se siente el cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora