Estabas tan cerca.

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  - Kenneth, ¿Donde esta Travis?

El nombrado trago saliva. Sentado en una larga mesa junto a los demas integrantes del culto, habían estado cenando. Era obvio que iban a notar la ausencia de su hijo, solo que no esperaba que lo hicieran tan pronto. Jugo con el tenedor entre sus dedos. Sus ojos se movian inquietos. Necesitaba una excusa, rapida.

  - Sal Fisher esta vivo.

Las miradas que estaban sobre Kenneth rápidamente se volvieron contra el que había hablado. Era uno de los integrantes mas viejos. La capa cubria su envejecido rostro, el era uno de los integrantes originales del culto. El único que seguia vivo.

  - Repite eso, anciano.

  - Sal Fisher esta vivo. El niño de la abominacion esta vivo.

  - Debes estar senil. Eso es imp-

  - ¡Es cierto!- gritó el ministro, levantandose de su asiento dramáticamente, volviendo todas las miradas sobre el- Sal Fisher esta vivo, porque yo fallé en mi misión. Y Travis intenta arreglar mi error... Ahora mismo, mi muchacho se ha mezclado con el entorno de Fisher, calando en el. Buscando sus debilidades, para entregarlo en bandeja de plata. Siento no haberselos dicho, hermanos. Travis creyó que era mejor mantenerlo en secreto, para no avergonzarme.

Los demas cultistas comenzaron a opinar. El ambiente dejo de ser tensó. Todos se tragaron la historia. Por el rabillo del ojo, Kenneth observo a aquel antiguo miembro. Este lo miraba, sabiendo la verdad. Sabiendo que su hijo solo lo había traicionado a el y a sus creencias, enamorandose no solo de un hombre, sino justamente de aquel que había nacido con el poder de destruir su culto. Uno de sus compañeros se acerco y le golpeó la espalda, amistosamente. Debia de tener la edad de Travis. Su sonrisa era inocente, debajo de su capa.

  - Tienes un buen muchacho, Kenneth. ¿Puedo preguntar cual es el plan?

Esa linea fue suficiente para volver la atención hacia el ministro. En sus adentros, maldijo al joven.

  - ¿Van a matarlo? ¿Travis va a matarlo? Sabes que podemos arreglar con la policia.

  - No, no va a matarlo- hablo Phelps, todavía mirando con rabia al joven- Habiamos pensando en traerlo aqui, al templo. Y convertirlo en un recipiente. Alguien con su poder podria servirnos de mucho.

Todos estuvieron de acuerdo y festejaron con tranquilidad. Kenneth bebió de su copa de vino con impaciencia. Sintió el alcohol quemandole la garganta. ¿Como lo haria? ¿Como traeria a su hijo de vuelta? ¿Como lo convencia de traer a Fisher consigo? Ni siquiera tenia una idea de donde estaban los muchachos ahora mismo. Quizas deberia llamarlo. Y tratarlo como quien era. Su hijo.

La imagen de una mujer morena y de pelo rizado cruzo su cabeza. Era una estrategia peligrosa, porque tendria que sacar a relucir sus habilidades de mentiroso. Pero si iba a planear algo tan grande, deberia empezar por los puntos debiles. Y no hay punto mas débil en un muchacho, que su madre.

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Travis miro el número desconocido llamandolo con duda. Sal, quien estaba acostado a su lado acariciando la barriga de Gizmo, lo incito a responder.

  - ¿Hola?

  - ¡Hola cariño! ¿Como estas bombón?

  - Disculpe, no tengo este número agendando, ¿Quién es?

  - Soy mamá, Travis~

  - ... ¿Ma?
 
Sal abrió su ojo con sorpresa. El y Gizmo se miraron, conmocionados. Ninguno sabia que la madre de Travis estaba viva. A decir verdad, nunca habían tocado realmente el tema, debido a que era delicado para el peliazul.

¿Asi se siente el cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora