No te enamores de mí [JAEYONG]

Just hug me

—Taeyong no-

El portazo que le dió a la puerta de su cuarto no me dejó terminar la frase. Después de irnos del asilo, no pude evitar contarle lo que había pasado y aunque él no me creyó al principio, le dije lo que me había dicho su padre y ahí fue donde sus ojos brillaron de la manera más triste.

Eso duró exactamente dos segundos. Después endureció su mandíbula y con el ceño fruncido se quedó viendo por la ventana todo el camino. Traté de tomar su mano mientras cambiaba las velocidades del auto pero la apartó a la velocidad de la luz y ahí supe que estaba enojado. Yo también lo estaría si estuviera en sus zapatos.

El enfermero me dijo que había "conocido" al señor Lee alrededor de unas tres veces, incluyendo esta y que era un golpe de suerte que yo pudiera conocerlo. Sin embargo, yo hubiera preferido que hablara con Tae. Su hijo, no yo.

Suspiré cansado y me fui a mi cuarto. Necesitaba tiempo y lo entendía, además necesitaba recoger unas cosas del bar.

🪐

Amanda, la subgerente, no pudo presentarse por problemas con su hijo lo cual hizo que me quedara el turno de seis a doce de la noche.

Estaba llenísimo y lleno de borrachos tercos, lo bueno es que dejé buenos empleados para que cerraran el lugar a las tres de la mañana. Estaba tan cansado que solo quería poner mi vinilo de Cigarettes After Sex y dormir.

Tome una ducha y después de solo ponerme unos bóxers, puse el álbum. La canción K sonó e inmediatamente sentí como mi cuerpo dejó de tensarse.

No vi rastro de Taeyong más que un envase de refresco de dieta en la mesa. Le hablaré en la mañana, no sabía si seguía enojado y no quería tener una pelea con él. Espero que haya cenado algo...

Apagué las luces y me acosté en mi cama. Cerré mis ojos contemplando si dejar prendido el tocadiscos o solo dormirme.

Estaba a punto de caer dormido cuando se escuchó la manija de mi puerta siendo girada. Abrí mis ojos levemente y pude ver la sombra de Tae en la entrada.

—¿Taeyong?

—Sí, yo...

—¿Pasó algo?—pregunté mientras me recargaba en la cabecera.

Él negó rápidamente. Tenía una oversized t-shirt de Pink Floyd que cubría hasta sus muslos y unos shorts deportivos color rojo. Se veía pequeño, incluso si físicamente fuera lo contrario.

—Tuve una pesadilla.

—¿Fue tan mala?—pregunté.

Él me había contado que no tenía pesadillas seguido pero cuando las tenía, se sentían demasiado vívidas y horribles.

—Sí, ¿puedo?—apuntó hacia el lugar de mi cama que estaba libre a mi lado.

—Ven.—abrí mis brazos para que supiera que lo estaba invitando a un abrazo y él dudó al principio pero después caminó rápidamente hasta desplomarse encima mío.