Pisando El Césped

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-Deseo tener las cosas un poco a mi favor- se pidió a si misma Amaris de manera insegura, nunca había intentado conseguir autorización a través de deseos.

Realmente nunca había pedido nada, pero cuando uno cumple 15 años tiene mucha curiosidad del mundo y en su cuerpo habita cierta rebeldía que mientras más oculta esta más logra brotar en la adolescencia no puede evitarlo.

La institutriz llego a la sala de la sabiduría después de caminar casi 45 minutos por tener que rodear tanto del castillo -maldita sea- dijo y en eso Brutis abrió la puerta.
-ya veo que tipo de enseñanzas recibe la princesa - dijo burlon.
-me permitiría hablar en privado con el Anciano Elder- la institutriz comentaba mientras arreglaba su vestido para mostrar que mantenía apariencias.
Brutis solo salio y cerro la puerto sin decir una palabra.

La institutriz contó a Elder sobre el día a día de la princesa y la inusual petición que hizo. En cuanto terminó de hablar Elder se levantó y pidió dejara la sala, se encargaría de dejarla salir durante una hora al día para introducirla a la normalidad poco a poco, siempre y cuando no hubiera algún inconveniente. Si un inconveniente ocurría la "misión" de abortaría y la situación permanecería igual.
Para minimizar atenciones no se comentó a nadie mas que a un guardia que la acompañaría los primeros días y a ella no se le dijo nada hasta esa mañana que podría salir una hora, con la excusa que era estudiar de cerca al pueblo y como funciona la economía.

Amaris: Un trágico destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora