Tentación.

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Alma N° 20.

A veces, caigo en la tentación y, vuelvo a creer en Dios.
     No sé cuándo dejé de creer en Él. Aunque es muy probable que haya sido después de que dejará morir a mi hija.
     Como madre...no sé. Perdonad. Todavía me cuesta hablar de ella en voz alta.
      Mi hija era...mi hija, tenía dieciséis años cuando...nos dejó.
Como madre...no tengo ni la más mínima idea de cómo fue posible... que de una persona como yo...saliese una niña como ella. Os juro...os juro que no tiene ningún sentido. Mi hija...es...mi hija era...
     ...Mo hija era dulce. Increíblemente buena. Gentil. Mi hija era gentil. Tenía...tenía una amabilidad que no era normal.
     Mi hija era impresionante. Muchas veces...me quedaba minutos parada, mirándola reaccionar a las cosas más banales del mundo como si fueran cosas extraordinarias. Observaba el sol como si al día siguiente el sol dejaría de estar ahí. Leía en voz alta bajo la luz de la luna como si la luna pudiese entenderla. No tenía amigos imaginarios, pero de alguna forma, era como si la imaginación la tuviera a ella. Y decía que la lluvia era su peor enemiga porque siempre que se bañaba en ella, pillaba un terrible resfriado. Pero lo más loco, fue que nunca dejó de bañarse bajo la lluvia, porque decía que algún día llegarían a ser buenas amigas. Lamentablemente, esa es una amistad que no tendré la oportunidad de disfrutar.
     ...En serio, joder...todavía me pregunto qué era capaz de ver con esos enormes ojos verdes que yo no podía ver. Todavía necesito que alguien me explique -¡por qué!— cómo demonios fue posible que una madre como yo...saliera una hija como mi Lucía.
     Perdonad las lágrimas. Pero...
     ...Mi hija era...independientemente indestructible.
     Preciosa. Exageradamente bella.
     Y puede que tenga que ver con que mi nombre sea Júpiter, pero mi hija no era de este mundo. Y es por eso, que al irse, espero que se haya ido al mundo al que pertenece.
     Mi hija era como...una chica de mundo, pero con antenas de extraterrestres.

Gracias por dejarme compartir con vosotros, por Enedina vez, la historia de mi hija. Como ya sabéis, está es mi última reunión con vosotros. Ya sabéis que mi objetivo era cumplir dieciséis meses sobria...¡Y lo he conseguido!
      A veces, caigo en la tentación y, vuelvo a creer en Dios. Vuelvo a creer que él tiene un plan para todos. Y todavía no le perdono que haya dejado morir a mi pequeña Lucía. Pero todos los días le doy las gracias por haber permitido que Elizabeth, mi otra hija, se salvase en aquel accidente.
     A veces, caigo en la tentación y, vuelvo a creer en Dios. Y le pido:

     «Que me dé la serenidad para aceptar que no puedo cambiar; el coraje para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para poder diferenciarlas».

Las Almas De Brandon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora