Final feliz.

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A veces, cuando me duermo, no me acuerdo de lo que he vívido.
—Así que no eres de los que se acortan la falda al mismo tiempo que el cerebro —me soltó, y su gesto me suplicaba que me tomase como un cumplido.
—George Orwell —le respondí sin revelar si estaba contrariada o no por sus palabras—. 1984 —maticé.
—Entonces...—Quedó impresionado por mi respuesta—.
Entonces... ¿eres una prostituta y tu sueño es ser poetisa?
—Así es.
—Y, ¿cómo piensas conseguir eso?
—¿Cómo conseguiste tú ser periodista? ¿No era tu sueño?
—indagué.
El tardó unos segundos en contestar. Parecía estar en otra parte durante su silencio.
—Cuando me despierto...no me acuerdo de lo que he soñado —me contestó, aunque parecía hablar consigo mismo, o con el recuerdo de otra persona.
—Pues yo, cuando me duermo, no me acuerdo de lo que he vivido —dije, y de alguna manera pretendí que se sintiese mejor por eso.
El sonrió, con timidez y reticencia, pero sonrió.
—Se supone que soy yo quien está haciendo la entrevista.
—Sí, pero te has puesto a llorar cuando "se supone" que aquí la puta soy yo —bromeé metiéndome con él.
—¿Nos vamos de aquí?
—¿Eso no va en contra de tu código deontológico, o ético o como se llame la cosa moral esa de los profesionales?
—Sí.
—Vale. ¿A dónde vamos?
—A cumplir tus sueños. A que, desde ahora, cuando duermas, te acuerde de lo que has vivido.
    Quién me habría dicho que aquel joven periodista se convertiría en mi esposo. Que un mensaje con final feliz, acabaría con la lectura de alguno de mis versos. O que él, al final, cuando despertaría, se acordaría de todos sus sueños.

Las Almas De Brandon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora