Y hacer el amor.

184 9 0
                                    

Alma N° 32.

Hace más o menos media hora que no nos hablamos. Hace más o menos media hora y te hacemos como que no nos vemos, como que no nos miramos. Ahora, justo a esta hora —las 23:13–, hace más o menos media hora que llevamos veinte años casados. Y a todo esto, hace más o menos media hora que nos peleamos. Que si yo ya no le hago caso; que si ella trabaja todo el rato; que si yo, que si ella; que si ella y que si yo. Vamos, lo de siempre.
     Sale de la ducha. Es invierno, está descalza y acusa al frío de envilecimiento y degradación por interés.
     —Puto frío.
      Sonrió, y ella me ve sonreírle. A su elegante y refinada voz le queda bien decir tacos.
     Ella me devuelve la sonrisa como quien no quiere la cosa, y me arrepiento de no haberle hecho casi a mi instinto cuando me instaba a meterme en la ducha con ella. Yo y mi estúpido orgullo.
     Camina de puntillas, como en un baile de habitación, hasta su armario...y se rinde: tira la toalla. Yo finjo hablar con mi amigo, el señor móvil. Pero ella sabe —dulce—, ella sabe que la estoy mirando. Joder que si me sabe. Y a mí me sabe bien para variar.
     Su cuerpo es perfección. Joder, su cuerpo es una porno con pasión; un trío sin compasión entre ella, su calor y el invierno. Su cuerpo es perfección y, si Dios existe...ELLA, es Dios.
     Empieza a desvestir sus armas de mujer y a vestirse ese vestido que ella misma se hizo. Empieza a vestirse, y empieza Ese Momento:
Ese momento en el que echa esa mirada no recomendada para todos los públicos. Ese momento en el que todavía tiene la cremallera del vestido bajada y el calor de su cuerpo evapora el agua en su espalda. Cuando se "esposa" acariciando sus muñecas una por encima de la otra y viceversa completando pequeños círculos. Ella, allí de pie, "encerrada" en su mundo, pensando en sí misma...oliendo dos veces a mujer. La primera, a sí misma; y la segunda, a Carolina Herrera.
Ella, allí, en ese momento en el que es más libre que la libertad misma —me cago en la hostia—. Ella, allí —aquí— es belleza, es eternidad...es sempiterna. Sí, también se dice así.
      Sigue con la cremallera bajada, puedo ir y subírsela, pero espero a que lo pida. A ella le gusta pedírmelo, no sé, es algo nuestro, supongo. Ese "Cariño, ¿me ayudas?", al tiempo que se ata una improvisada coleta entre las manos. A mí me pasa lo mismo con la corbata, puedo pedirle ayuda, pero no lo hago, solo me paro frente a ella mientras me abrocho el cinturón y ella se acerca con una sonrisa que dice: "¿cuándo aprenderás?". Cuando los dos sabemos que sí sé hacerlo, pero que no lo hago simplemente porque es nuestra cosa.
     —Cariño, ¿me ayudas? —Allí está, justo lo que desde hace más de media hora llevo esperando.
     —Claro que sí —contesto y nace en mí la sonrisa de un niño pequeño al que le han dejado subirse a una atracción prohibida para su estatura.
     Me acerco a su espalda, le agarro la cintura, respiro sobre sus hombros y lentamente y con cuidado, le subo la cremallera.
     Ella se da la vuelta, rápida, pero como a cámara lenta. No sé cómo lo hace. Me mira a los ojos y me acaricia la cara. Mis ojos se pierden y se encuentran en sus pupilas.
     —Eres perfecta —le digo.
     —La perfección no existe —responde.
     —Sí que existe. Solo que la cultura pop actual con sus estúpidas letras hablando de la perfecta imperfección y esas chorradas os ha comido el cerebro.
     —Mientes. Te conozco. Tú no crees en la perfección. A ti lo mismo ir te gusta es llevarle la contraria a todo el mundo. Eres el puto amo llevando la contraria.
     —¿Ah, sí?
     —Sí.
     —¿Puedo besarte?
     —No.
     —Gracias.
    Y allí, fundidos en un beso, con los ojos cerrados, nos hemos dicho lo siento....nos hemos dicho te quiero.
     Y la verdad es que podríamos echar un polvo, pero no. Los polvos son fáciles de limpiar...fáciles de olvidar. Y estos momentos...bueno, son dignos de ser escritos en mí diario...son dignos de recordar.

¡Ah, sí! Esto iba sobre hacer el amor, ¿verdad? Lo siento, pero hay formas de hacer el amor sin tener sexo.

Las Almas De Brandon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora