De puta madre.

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Alma N° 23.

Todo el mundo pensaba que los fines de semana me volvían loco por las fiestas que montábamos por las noches. Pero no. Los fines de semana me volvían loco por las mañanas, por sus mañanas —las de Elizabeth—.

      Me encantaba cuando cantaba y se marcaba un concierto durante las largas duchas al no tener prisa por ir a ninguna parte; compilando canciones una detrás de otra sin transición, modulando su voz al ritmo y al tempo que marcaba el agua caliente que se enfriaba intermitentemente por la maldita vieja caldera de gas.
     Y lo más bonito de todo, era que me dejaba muy de vez en cuando subirme al plato de la ducha con ella, cerrar la mamparra, usar el duchamófono intentado no tragarme el agua; acariciarla, besarla, tocarla; que ella me bañase, y yo bañarla.
      Eran tan hermosos, los decibelios chocando con los azulejos.
Aunque no me acuerdo de qué canción de Juan Luis Guerra incluía gemidos.
     En fin. Ya ni diferenciaba entre sí cantábamos o hacíamos el amor. Pero la verdad... es que sonábamos de puta madre.

Las Almas De Brandon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora