Aclaraciones: Fic ubicado posterior a la batalla contra Hades y Loki; en universo alterno donde los santos son revividos.
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"No te quiero"
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Esa tarde, Shaina de Ofiuco caminaba pisando fuerte el suelo.
«¡Voy a matarlo!» pensó mientras apretaba las manos con fuerza, «y si vuelve a revivir; ¡lo volveré a matar!» decidió, bastante consciente de que los santos dorados habían sido revividos hace poco por el dios nórdico, Odín; y como pago por haber salvado a Asgard de Loki, les permitió conservar dichas vidas para que volviesen a sus puestos en Grecia, luego de haberse terminado la guerra contra Hades.
Pasar por las 7 casas no le fue difícil a Shaina, cada santo en ellas la conocían y, de cierto modo, parecían saber que la ira de la amazona no comprometería de ningún modo los asuntos del Santuario, por lo que no le hicieron preguntas sobre sus razones para presentarse de ese modo tan agresivo y apresurado por cada templo.
«¡Cuando acabe con él, estará alimentándose con un popote y morirá por el dolor!» llegó irradiando molestia pura a Escorpio, y cuando entró viendo al guardián del mismo leyendo un pergamino, ella por un segundo pensó en retirarse, pero su naturaleza guerrera le impidió hacer tal cobardía.
¡Él ya la había deshonrado demasiado!
Shaina, viendo el pergamino, quiso tomarlo, hacerlo pedazos y obligarlo a comer parte por parte.
—¡Tú! —exclamó embravecida, llegando hasta su posición.
—¿En qué clase de cueva te dijeron que podías entrar a casas ajenas sin avisar?—masculló Milo de Escorpio sin inmutarse.
—Desgraciado petulante, ¡imbécil! ¡¿Te crees que soy un chiste?!
—Y ahí va mi último nervio —fastidiado, soltando un suspiro, Milo enrolló el pergamino y miró a Shaina; esta se quitó la máscara con su mano izquierda para dejarle ver su rabia perfectamente—. ¿A qué te refieres?
—¡Sabes muy bien a qué me refiero!
Con los ojos entrecerrados, Milo no necesitó leer el pedazo de papel que Shaina estiró frente a su rostro; mismo que ella había estado arrugando en su puño derecho. Él sabía bien qué ponía. Milo lo había escrito y después se lo dio a un mensajero que pudiese dárselo a la amazona.
—Olvidé que no todos los santos saben leer —puso los ojos en blanco—. A ver, ¿qué parte no entendiste? —preguntó frívolo.
—¡¿No pelearás contra mí?! ¡¿No consideras que sea una oponente digna y moriré en un segundo si nos enfrentamos?! —exclamó rabiosa—. ¡¿Cómo te atreves a insultarme así?!
—Bien, te lo resumiré —suspiró otra vez, ignorando sus reclamos—, sé que mueres por Seiya; de hecho, todos en el Santuario lo saben —cansado, alzó la vista al techo desinteresado.
Sonrojándose un poco, Shaina tuvo un tic nervioso bajo el ojo derecho que no pudo controlar.
—Hace una semana te vi sin tu máscara y eso fue un error. Nadie, además de nosotros, sabe lo que ocurrió, y nadie tiene por qué enterarse. Así que, finjamos que nada pasó —alzó los hombros—. Tú sigues persiguiendo a Pegaso, y yo no tengo por qué matarte en un combate obligado por una decrépita norma. Además, sabes perfectamente que no podrías hacerme ni un rasguño; estarás en el hades antes de que tengas la oportunidad de parpadear.
—Y sigues burlándote —gruñó entre dientes—. ¡Capaz de matarme o no...! —tragó saliva—. Una ley es una ley, ¡y no pienso amarte! ¡Debes pelear!
Milo puso los ojos en blanco por segunda vez.
—Estoy intentando hacer que te esfumes de mi vista sin tener que aniquilarte y crees que tienes el derecho de venir a mi templo a gritarme; deberías mostrar más agradecimiento —dijo hastiado—. Si pudieses leer, seguro sabrías que a mí me da igual si no quieres amarme; yo no quiero eliminarte, tengo cosas más importantes que atender. Quiero olvidar lo que pasó, ¿por qué tú te niegas a eso? Aunque... bien... si tantos son tus deseos por morir en mis manos... —la miró serio; decidido; elevando su cosmos un poco a modo de amenaza—. Sólo avísame cuando hayas hecho los preparativos para tu funeral.
Viéndolo con fuertes deseos asesinos, pero no siendo una total estúpida, Shaina no dijo nada, sólo ahogó un grito desesperado y se fue, poniéndose la máscara otra vez.
Milo no trató de detenerla, sólo retomó su lectura como si nada hubiese pasado.
«Ley de las máscaras» leyó otra vez, «seguro por aquí hay algo que haga que esa loca me deje en paz... no me costaría nada matarla... pero no quiero hacerlo; desquiciada, gritona, insoportable... o no, ella es una compañera. Sería injusto eliminarla sólo porque ocurrió un ridículo accidente».
—FIN—
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Ⓣⓔ Ⓠⓤⓘⓔⓡⓞ.🅝🅞 🅣🅔 🅠🅤🅘🅔🅡🅞
Fiksi Penggemar【 13 parejas hetero 】Doce historias; doce santos. Casi... la misma situación. ¿Cómo reaccionarán los doce santos dorados al decirles, "te quiero" o "no te quiero"?