- ay no, esto está mal, está mal, está muy muy, mal – declaraba con pánico la barracuda, nadando de aquí para allá con evidente nerviosismo en su ser
- ¿crees que no me di cuenta? – pregunto el muchacho con un ceño bastante fruncido
- ¿qué vamos a hacer ahora, fumi? Un habitante de yuei y un habitante de la fosa ¿unidos por el destino? ¡esto va a generar disturbios en ambos reinos, y terminará en una irremediable guerra llena de sangre y muerte!
Antes de que esta alterada y parlanchina criatura entrara en pánico, os explicaré lo que ha ocurrido. Dentro de esa pequeña, pero profunda, cueva, las plantas bioluminisentes no fueron lo único que dio luz. Entre esa variación de azules claros y oscuros, se pudieron notar otros dos colores muy potentes, naranja y morado. Este brillo provenía de las colas de ambos individuos, puesto que la cola de katsuki era una combinación de naranja y negro, mientras que la del tal fumi era morado y negro, con un diseño bastante parecido al del cenizo. Quiere decir que sus escamas bajaban en forma de espiral, comenzando en negro la raíz de su aleta principal, y bajando hasta convertirse en morado.
Su apariencia era bastante intimidante, cortos cabellos azabache que daban la impresión de estar parados todo el tiempo, y un flequillo en picos tirados hacia abajo. Su complexión física era muy parecida a la del rubio cenizo, solo que su cola parecía un poco más larga. En sus manos llevaba guantes de red sin dedos, con una muñequera de color negro con pequeñas piedras picudas de color plata. El contorno de sus ojos era de un negro no muy grueso, pero que podías notar a corta distancia. Ojos rojos como la sangre más pura. Brazos ceñidos. Torso ancho. Y un abdomen bien marcado. Además, de que su siempre serena y calculadora mirada era muy atrayente, y esa gargantilla roja alrededor de su cuello le daba un aire rebelde. Sin duda alguna, una maravilla de dioses.
Volviendo al punto inicial, el brillo de sus colas solo significaba una cosa. Eran destinados eternos. Eran ese alfa que katsuki tanto deseaba conocer, y ese omega que fumi deseaba mantener a salvo aleándolo de él. Y ahora, siendo ambos de mundos distintos, el azabache tenía más razones para querer mantener al omega alejado.
A todo esto, mientras este par discutía la situación, katsuki se hallaba sentado en la entrada de la cueva observándolos atentamente. Podía notar por la mirada del otro tritón que lo recientemente ocurrido no le causaba ninguna gracia, y, a decir verdad, el cenizo también se hallaba algo confundido. Quiero decir, siempre había esperado el momento en que su alma gemela apareciese y así poder llenar el vacío doloroso que ocupaba su corazón, pero, extrañamente...no sentía nada nuevo.
Estaba perdido en sus pensamientos, meneando su aleta de un lado a otro con lentitud, tratando de descifrar el porque de la insatisfacción en su corazón, queriendo darle una respuesta a ese vacío sentimiento que lo gobernaba ahora mismo, acariciando con sus dedos la bella piedra negra que colgaba de su cuello. Tan perdido estaba, que no noto la mirada carmesí puesta sobre su persona, y menos noto el momento en que el azabache se le había acercado. Este fue capaz de notar la joya entre los dedos del cenizo, y eso le llamo la atención.
- ¿Dónde la encontraste?
- ¿eh? – fue lo que salió de su boca al momento de escucharle hablar tan cerca suyo, así que levanto la mirada, ciertamente incomodándose cuando sus ojos chocaron – amm, lo-lo siento, no te he oído ¿Qué me decías?
- la piedra – apunto al objeto mencionado - ¿Dónde la encontraste?
- ah, la-la encontré en.. los arrecifes, cerca de unos corales de fuego – explico algo nervioso ante el repentino interés en la piedra – me había parecido bastante extraña, pero sabía que no era parte de los corales, así que la tomé – se retiro el colgante – fue la primera vez que vi una de este color, me dio curiosidad
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En lo mas profundo / Tokobaku
FantasíaLa fosa, es un lugar oscuro y peligroso, habitado por criaturas extrañas y desconocidas, nadie se acerca a ella. Pero, no puedes juzgar un libro por su portada. ¿Quién diría que en ese lugar tan aterrador, a simple vista, podía poseer de las maravi...