CAPÍTULO 1.

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— ¡Deben ya tres meses de renta! —el regordete hombre de avanzada edad gritó logrando escupir algo de saliva a la cara del más alto del par de chicos sentados frente a él con miradas desesperadas— ¿Se piensan que van a seguir viviendo aquí sin que vaya a cobrarles extra, miserables? ¿O creen que me atare las manos y dejaré que esto siga pasando como si no hubiera visto nada?

— Señor, podemos explicarle... —comenzó hablando el de cabello largo, siendo abruptamente callado por un golpe sordo en la mesa del molesto hombre que causó un brinco de asombro en ambos jóvenes.

— ¡Explicarme, ni madres! ¡Quiero sus culos fuera de ese departamento ya mismo! — apestoso aliento grasiento y sudoroso golpeaba la cara del mayor de ambos, odiando de primera instancia, haberse situado en ese asiento en primera instancia. Creyó que de esa manera podrían llegar a convencer a aquel hombre para darles más de tiempo con sus pagos de renta atrasados, como siempre, se equivocó.

— Denos más tiempo, Señor Brown —su amigo prácticamente lloraba rogando para que les dejaran vivir allí, no había a donde más ir. Ambos estaban lejos de casa y ese sitio era el más adecuado que cumplía con sus escasos presupuestos.

— ¿Tiempo? —soltó una carcajada haciendo visible su diente de oro y rastros de comida en sus molares ambarinos— Les he dado dos meses más desde que se venció su primer pago. ¿Porque razón debería siquiera considerar tu puta petición mediocre?

— Se lo pido, por favor...

— ¡Le daremos el doble de lo que le debemos! —soltó sin pensar obteniendo ambas miradas de los dos hombres en la habitación, uno le miraba burlista casi sarcástico y otro asustado hasta los huesos, ¡se estaba volviendo loco!— Sólo denos hasta el mes quinto. Sí no cumplimos con la promesa... puede sacarnos de aquí sin nuestras pertenencias.

El hombre mayor miró al chico alto con burla chispeante en sus ojos ridículamente pequeños. Estando completamente seguro de que podría echar a ese par de vagos de su departamento y así sacar algo de dinero de sus pobres pertenencias. No era como si le importara de todas maneras. Esos dos chicos se habían metido con él y su dinero.

— Estaría perdiendo de una u otra forma —unió sus manos y posó los codos en el escritorio dándoles una mirada severa esta vez— Sus pertenencias no valdrían ni una cama de estos malditos departamentos.

— Oh, le aseguro que sacara buena parte de nuestros artículos electrónicos. Y ni hablar del costo de los muebles, han sido heredados a mi compañero por su tía lejana británica, así que, puede sacar valiosa cantidad de eso —la fluidez de las palabras era certera para el hombre frente a ellos. Más para su compañero, fue gritarle en la cara lo desesperados que estaban para inventar tanta mierda junta en una frase.

Ni él ni su familia habían salido nunca del país. ¿De dónde se sacó la mentira de la tía extranjera? ¿Británica?

Apenas y sabía su propio idioma.

— Ese será el ultimátum, Kim. Cinco meses a partir de ahora, si no me pagas los tres meses que ya me debías, más los nuevos acumulados y el doble de ellos... —la fiera sonrisa sólo logró que el de cabello largo tuviera escalofríos por imaginarse a sí mismo vagando por las calles pidiendo miserablemente por algo se comer— podrán olvidarse de que alguna vez tuvieron un hogar aquí.

— Gracias señor.

— Ahora lárguense de mi vista par de malnacidos antes de que cambie de opinión —aún si ambos lo despreciaban, se levantaron y con respeto hicieron una reverencia ante el mayor, ganándose un gesto harto con la mano a manera de despedida.

De manera silenciosa salieron juntos de aquella oficina pretenciosa dejando que sus hombros rígidos descansarán después de soltar el aire contenido que había en sus pulmones. Una vez fuera y un poco lejos, el menor interceptó a su amigo con una mirada alarmada y actitud inquieta.

Lights... camera... hyung!!! - 정진Donde viven las historias. Descúbrelo ahora