[PAUSADA] 𝑨𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝒕𝒊 ➳ 𝖗𝖞𝖔𝖒𝖊𝖓 𝖘𝖚𝖐𝖚𝖓𝖆 ;; 両面宿儺

- nueve -

戦い
× 𝖕𝖊𝖑𝖊𝖆 ×

__________'s pov

Un gato yacía debajo de una silla en la sala a la que me había adentrado, pues logré sentir una vibra extraña del mismo. Aunque cualquiera podría deducir que ese animal no significaba ningún peligro, tenía una pequeña mala espina sobre él.

Su color era blanquecino, con algunas rayas grises; me recordó por un segundo al felino que solía entrar por mi balcón a obtener un poco de comida, y que me hacia compañía cuando mi madre llegaba tarde por las noches.

Ahora que me acordé de mi madre, me había dado cuenta de que no le había dicho nada sobre cambiarme de escuela; igual, poco le importaba, pues con lo poco que me veía, ni cuenta se daría de que ya no vivo más en su casa. Mi sensei se había pasado por mi tutor y así fue como pude trasladarme de instituto.

Volviendo al gato, este era muy pequeño y parecía estar atemorizado por mi presencia. Vigilé los alrededores, pero no había nada raro que dijera que había una maldición, por lo que deduje que la vibra que me habia traído hasta aquí provenía del animal.

Ahora la pregunta era, ¿cómo haría para derrotarlo, si no sabía si quiera como invocar mi poder maldito? Cabia agregar que el contrario se quedaba quieto y expectante a mis movimientos; no parecía querer atacarme ni nada por el estilo.

— Ven, michi... —me arrodillé y comencé a llamarlo, de vez en cuando chasqueando mis dedos o moviendolos por el piso, logrando que se concentrara en ellos.

Luego de unos largos segundos se dignó a acercarse lentamente a mí. Todavía estaba en la duda de si ese pequeño gatito sería el portador de una maldición, me era casi imposible de creer.

Una vez estuvo lo suficientemente cerca, con delicadeza dejé que me oliera y acaricie su cabeza, provocando que entrara más en confianza conmigo.

— Que lindo gatito... —murmuré para mis adentros, distrayendome en su cautivante ronroneo.

Aquel ronroneo que primero creí relajante se lograba escuchar cada vez más, hasta que en un momento el animal comenzó a moverse de una forma demasiado extraña. Parecía querer vomitar, pero en cambio de su espalda comenzaron a salir vértebras de color marrón, y la criatura se fue deformando hasta que aquel adorable gato que una vez había estado temiendome ahora era una maldición tres veces más grande que mi cuerpo a la que yo le temía.

Rápidamente me alejé de ella, al notar que hizo un ademán en lanzarme lo que parecía ser una bola ácida de pelos, la cual terminó atravesando una pared, generando un hueco en la misma.

— Te vas a arrepentir por haberte metido conmigo. —sonreí victoriosa. Sabía que el poder que llevaba en mi mano podía derrotar a cualquier maldición si era bien manejado, por lo que me veía despreocupada ante lo que podría pasar.