- doce -

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頑張れ, 頑張れ
× á𝖓𝖎𝖒𝖔, á𝖓𝖎𝖒𝖔 ×








La criatura estaba de espaldas a ellos. Como Gojo les había dicho, este tipo de maldiciones tenían una forma humanoide, con un cuerpo que, si no fuera por el color, lo hubieran confundido por el de un hombre común y corriente, en diferencia a las demás maldiciones. Los alumnos de primer año creyeron que no los había escuchado entrar todavía, pero todos esos pensamientos desaparecieron cuando se dio media vuelta y dejó a la vista sus múltiples ojos y sus dientes filosos, junto a su larga lengua que parecía impaciente por probar carne humana.

— Por Dios... ¿más lindo no lo podían hacer? —preguntó con sarcasmo la femenina, quien se había enderezado lo mayor posible, tratando de ignorar aquel punzante dolor en su abdomen.

— Es una maldición, qué quieres, ¿que sea Brad Pitt? —agregó el azabache, molesto, como siempre.

— O Jennifer Lawrence. —el pelirrosa les regaló una tonta sonrisa, a lo que _________ rió levemente.

— ¡Cuidado! —gritó Megumi interrumpiendo la risa de la castaña, pues de un momento a otro aquella maldición a la que habían dejado de lado por unos segundos, se encontraba frente a ellos, a una distancia comprometedora. Le iba a pegar un manotazo a Yuuji, pero este fue lo suficientemente rápido para alejarse— No es tiempo de distracciones. —dijo, una vez todos se alejaron de la criatura.

Y tenía evidente razón, pues aquel monstruo no dudó en continuar atacandolos donde los viera distraídos. El pelirrosa logró cortarle un brazo, pero a los cinco segundos se le regeneró. Ahí llegaron a la conclusión de que no servía de mucho cortarle las extremidades. Quizá cortándole la cabeza lograrían vencerlo, pensó ________, pero ¿cómo llegarían a tal punto, si se notaba que la maldición tenía los reflejos más que activados?

— Mierda, hagamos esto. —habló el azabache, mientras todos esquivaban los ataques— _________, trata de activar tu poder y Yuuji, atácalo cuando yo lo distraiga.

Ambos asintieron decididos y Megumi no tardó en acercarse a la maldición, corriendo mientras invocaba a, al parecer, otro shikigami que ni la castaña ni el pelirrosa sabían que tenía. Este era un sapo de un tamaño gigante, y podía volar.

— ¡Ahora, Yuuji! —gritó cuando se aseguró de que la criatura estaba lo suficientemente distraída con aquel shikigami.

Itadori corrió energéticamente hasta llegar detrás de la maldición, y encerró su cuello en una llave con fuerza, intentando hacerlo quedar sin aire.

Creyó que iba bien, pues evidentemente el monstruo se estaba quedando sin fuerzas, pero se retractó de su confianza cuando sintió que le faltaba el antebrazo con el que lo habia apretado. Con asco, se separó, y observó como una parte de su brazo caía al piso, mientras grandes cantidades de sangre caían y caían, provocando que se debilitara. Sorpresivamente, no sentía nada de dolor. Quizá era por la adrenalina de la situación, pensó. 

 [PAUSADA] 𝑨𝒕𝒂𝒅𝒂 𝒂 𝒕𝒊 ➳ 𝖗𝖞𝖔𝖒𝖊𝖓 𝖘𝖚𝖐𝖚𝖓𝖆 ;; 両面宿儺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora