Capítulo 25: De compras

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Andy

Llevaba todo el finde dándole vueltas a lo de J

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Llevaba todo el finde dándole vueltas a lo de J.

Cuando vi que no se acordaba de nada el mundo se me vino encima. ¿De verdad no recordaba nada o más bien no quería admitir lo que pasó?

Decidí que era mejor callar y ver cómo evolucionaba la cosa, el fin de semana teníamos competición de salto e iban a ser siete días plagados de entrenamientos.

Estaba en el pasillo cuando apareció Celeste, la saludé y ella me ignoró por completo. De puta madre, empezábamos bien. La siguiente en llegar fue mi chica, quien me ofreció un beso escueto y apretado.

—¿Estás bien?

—Oye... ¿tú tienes que contarme algo? —No sabía si hacía referencia a haberme pillado desnudo en la cama con mi mejor amigo o se refería a cualquier otra cosa. No iba a arriesgar.

—No, ¿por?

—No sé, Celeste está muy molesta porque según ella los dos apoyamos a J el día de la fiesta y ha dicho algo sobre sobre tú, yo y abrir la caja de los truenos.

—Ella sí que está tronada. ¿No la viste comiéndose la boca delante de todo el instituto con Yago? J estaba mal, nos necesitaba y a ella solo se le ocurre liarse con mi hermano.

—No sé, igual no debería haber ido con vosotros, ya sabes...

—Lo que sé es que si no hubieras venido ella te habría dicho que porque te quedabas, está mosqueada con la vida, parece mentira que no la conozcas. —Anabel miró hacia dentro del aula contemplando a su amiga con tristeza.

—Es mi mejor amiga.

—Se le pasará.

—Ey tíos ¿cómo lo lleváis? —J acababa de aparecer con una sonrisa radiante.

—Es lunes, —dije a modo de aclaración—. ¿Cómo quieres que lo llevemos? —reflexioné. Él sonrió.

—A mí me gustan los lunes, ya sabes que nos toca literatura... —bromeó mordiéndose el labio mientras su ex nos miraba de reojo.

—Tendrías que hablar con Celes, no la veo bien y lo está pagando con Anabel —le comenté a mi amigo

—Paso de malos rollos, ahora mismo no me apetece nada verle la cara de manzana agria. Que se joda, ya se le pasará el disgusto, ¿o no te cuerdas la pena que le dio en mitad de la pista con tu hermano?

Alguien chocó contra la espalda de J y se le cayeron todos los libros.

—Perdona —murmuró una voz femenina. Los tres miramos aquella figura desconocida. Era una chica rubia, alta y muy guapa.

—Perdonada —respondió J ayudándola al momento. Le había dado tantas vueltas a la falda que seguro que J podía verle las bragas—. Toma.

Ella sonrió colocándose bien el pelo y relamiéndose un poco. Mi amigo siempre causaba ese efecto en las chicas y en mí, para qué negarlo. Era pensar en su polla en mi boca y ya se me ponía dura. Me recoloqué el pantalón con disimulo.

La ProfesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora