Capítulo 9: Salto de trampolín

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Andy

—Podrías cortarte un poco con la profe —le sugiero a J en el vestuario, nos toca entreno, ambos somos del equipo de salto de trampolín del Instituto.

Él ya se ha quitado la camiseta y mis ojos se deslizan por sus abdominales perfectos.

—No me jodas. ¿Tú has visto cómo está? Quiero follármela por todos los agujeros.

—No seas cerdo y no me jodas tú. ¡¿Qué pasa con Celeste?! —Me mira como si la cosa no fuera con él.

—¡¿Qué pasa con ella?!

—Es tu novia.

—¿Y? La profe solo sería un polvo detrás de otro. Además... no aspiro a casarme con Celeste y vivir en una casita con jardín.

—Sería una mansión con helipuerto privado. Sus padres están forrados. Son dueños de un imperio de las casas de apuestas y los casinos.

—Me la suda. El dinero viene y va, igual que las mujeres... Y Adriana me la pone demasiado dura. —Se acaricia la entrepierna.

—La cabeza es lo que tienes dura. Si no quieres estar con Celeste tendrías que dejarla.

J se baja los pantalones y los calzoncillos. Noto cómo se me endurece al contemplarle el culo, pues se ha puesto de espaldas para dejar la ropa en la taquilla. La boca se me seca. Nunca había pensado en mi amigo de ese modo antes de este verano.

Una noche que ambos íbamos muy pedos y acudimos a una fiesta en el bosque, jugamos al «no hay huevos». Alguien, no recuerdo quien... propuso que nos comiéramos la boca. Cabe decir que si te negabas al reto tenías que engullir dos chupitos de Jägermeister del tirón. Pensaba que J se negaría, que diría que me comiera la boca su puta madre. No lo hizo. Vino a mí con decisión y en cuanto su lengua se rozó contra la mía, mi mundo se hizo pedazos.

—No me seas moñas  —replica dándose la vuelta y me arroja su calzoncillo a la cara exponiéndose ante mí, la tiene un pelín morcillona

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—No me seas moñas —replica dándose la vuelta y me arroja su calzoncillo a la cara exponiéndose ante mí, la tiene un pelín morcillona. Será por pensar en la puta profesora—. Todo esto hay que disfrutarlo antes de que no se me levante... Celeste está muy buena, la chupa bien, pero yo quiero cruzar nuevos horizontes. Y Adriana tiene pinta de ir mucho más allá de un simple polvo tradicional.

—¿Y si fuera tu chica la que se planteara follar con otro mientras sigue contigo? ¿No te molestaría enterarte que piensa en otros mientras está contigo? —Me remuevo incómodo en el banco. J hurga en su bolsa en busca del bañador.

—¿En serio piensas que Celeste no fantasea con otros tíos? ¿En qué planeta vives?

—¿En el que si alguien te quiere y está pillado por ti no piensa en nadie más?

—Eso es del siglo pasado —responde calzándose el bañador—. No soy un puto neandertal. Si me propusiera algún tipo de juego, todo sería hablarlo.

La ProfesoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora