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Inglaterra, 2010.

—Cinderella nunca quiso un príncipe, ella solo pedía un vestido —dijo Doyoung analizando el cuento que el rey Ji Cheol le había prestado para leer. —¿Existe alguien así?

—No tengo ni idea, príncipe —Johnny estaba demasiado ocupado intentando aprenderse una pieza de piano como para hacerle caso a la mente llena de preguntas del principito.

Doyoung terminó su lectura e hizo un puchero rodando por el suelo, estaba aburrido, necesitaba hacer algo que le emocionara o moriría.

Su mamá lo había mandado un fin de semana al castillo de los Suh para que conviviera con su prometido, ¡Pero era horriblemente aburrido! Johnny solo estudiaba y se esforzaba por ser perfecto, casi como un muñequito.

—¡Taeil! —Doyoung corrió a los brazos del mayor de los hermanos quién lo recibió con una sonrisa.

—Niño, no esperaba verte despierto a estas horas —regañó Taeil haciendo que el pelinegro rodara los ojos. —No me hagas esos gestos.

—Son las diez de la noche, estoy aburrido y lord Johnny —dijo con burla hacia su prometido. —No me da atención.

Johnny fingía con todas sus fuerzas no escuchar lo que estaban hablando, tener a Doyoung en su castillo significaba una responsabilidad más para el y también significaba un adiós a su preciado silencio.

—Príncipe, venga acá —habló Johnny después de ver qué su hermano mayor no soltaba al niño.

Doyoung corrió hasta donde estaba Johnny y se sentó a su lado con clara emoción.

No era un secreto para nadie que el niño pelinegro tenía un crush enorme por Johnny, sin embargo, el "príncipe perfecto" (como Doyoung decía) veía a Doyoung como alguien a quién cuidar y proteger, si algo malo le sucedía era su culpa.

—¿Quiere que le toque algo en el piano?

—¡Sí! —Doyoung dió un salto en su lugar haciendo reír a Johnny.

Casi se desmaya ahí mismo al escuchar una risa tan bonita.

Cinderella ¡! JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora