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Las clases habían terminado.

Me dirigí al colegio de mi hermanito para ir a buscarlo. Era un lugar también grande pero no tanto como mi instituto.

En los muros de afuera se podía ver unos dibujos de flores y otros animales, también tenía un jardín amplio para que los niños jugarán y una pequeña cantina para comer uno que otro dulce.

Estaba afuera del salón esperándolo en la puerta, había algunas mamás ahí, muchas me miraban sorprendidas pues no es muy normal ver chicos de mi edad por aquí.

Claro como yo si recibí educación, en vez de verlas con cara de retrasado y susurrar en sus caras, las saludé dando una pequeña reverencia y regalándoles una sonrisa.

Pasaron unos minutos y sonó el timbre indicando que los niños podían salir.

En cuanto Ron me vio se lanzó corriendo a mis brazos.

—¡Harry! — dijo mientras se me lanzaba encima entrelazando sus brazos alrededor de mi cuello, mientras yo me había agachado para hacer posible esta acción suya— te extrañe mucho—dijo separándose de mi con su hermosa sonrisa media luna que heredó de mi madre.

—Y yo a ti Ronnie— me levante y lo tome de la mano para así ir a casa a hacer el almuerzo.

Durante todo el camino Ronald me contó cómo le fue en su primer día. Había hecho muchos amigos y me dijo que inicio una amistad con una niña por primera vez, también me dijo que aprendió a contar hasta mil y que debía estar orgulloso de él pues era el único que aprendió a contar hasta ese número.

Mientras nos reíamos camino a casa, pude sentir una extraña presencia, una que no me agradaba a en lo absoluto.

Del otro lado de la calle pude divisar a el grupo de bravucones de esta mañana. Me estaban viendo en forma de burla, y claro, quise ignorarlos, pero lo que no pude ignorar era el hecho de que una de las chicas empezó a apuntar a Ron mientras se reía. Este se aferró de mi mano.

—H-Harry —dijo mientras se pegaba a mí.

Maldita.

La voltee a ver lanzándole una de mis más tenebrosas miradas, dándole a entender que con mi hermanito nadie. Se quedó callada viéndome con los ojos muy abierto.

Jale a Ron para que caminara más rápido y así llegar a casa pronto.

Cuando llegamos le dije que se diera un baño y se cambiara para comer.

Me estaba muriendo de hambre y estaba seguro de que Ron igual, así que hice algo rápido y delicioso.

Al cabo de unos veinte minutos ya estábamos comiendo una rica pasta con papas fritas, lo sé no es muy saludable, pero con todo lo que paso hoy y el hambre voraz que teníamos nos lo merecíamos.

Me quedé atrapado en mis pensamientos, haciéndome la idea de que debería decirle a esa chica mañana por ver de esa manera tan burlesca a mi hermanito.

—Hermano ¿Por qué esas personas se reían de nosotros? —preguntó Ron inocente mientras se metía un gran bocado de pasta a la boca.

Conocía a mi hermanito como la palma de mi mano y sabía que esas burlas lo habían incomodado. No quería que se pasase la tarde decaída así que decidí hacer un maratón de películas que a él le encantaban.

Claro se emocionó por la idea y empezó como loco a buscar almohadas y peluches mientras yo hacía las palomitas.

Casi no vimos nada pues nos la pasamos todas las películas riendo y bromeando entre nosotros.

Cuando ya la tercera película iba por la mitad se quedó dormido con la cabeza apoyada en mis piernas. Se veía tan tierno e inocente que no aguante y le di un beso en su mejilla. Lo tomé en mis brazos y lo llevé hasta su cuarto donde lo acosté suavemente en su cama arropándolo y cubriéndolo con sus peluches.

Yo me fui a mi cuarto ya muy agotado y cuando por fin había cerrado los ojos recordé algo.

La tarea.

Al día siguiente en el instituto, después de llevar a Ronald al colegio, me dirigí a mi casillero a buscar unas cosas, por suerte los chicos de ayer no estaban por ahí, menos mal porque en verdad hoy no estoy de humor para verles la cara

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Al día siguiente en el instituto, después de llevar a Ronald al colegio, me dirigí a mi casillero a buscar unas cosas, por suerte los chicos de ayer no estaban por ahí, menos mal porque en verdad hoy no estoy de humor para verles la cara.

— Hola enano— dijo una voz que se me hacía ligeramente conocida.

¿Por qué Dios, acaso te he hecho algo?

Me di media vuelta encontrándome con el rostro que más odiaba hasta ahora.

—¿Quién era el niño con el que estabas ayer?

— Mi hermanito— dije regresando mi vista hacia mi casillero, aunque no buscaba nada.

— A Katie no le gusto como la viste ayer, la asustaste sabes— dijo con un tono mas severo mientras apoyaba su mano del casillero al lado mío.

— Pues dile a esa puta que deje de ver así a mi hermano— dije mirándolo a los ojos con el poco valor que aun poseía.

— No le digas así, no soy un tipo al que puedas intimidar— dijo mientras colocaba sus manos a ambos lados de mi cabeza y se acervaba peligrosamente a mí. Su respiración, podía sentirla sobre mi cara, con esos ojos que intimidan a cualquiera.

— ¿Q-Quién eres?

— Cedric.






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Dirty boy/Pretty boy - DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora