CAPÍTULO 6

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Tan pronto como su mente registró la orden, su cuerpo se apresuró a obedecer con un rápido y ardiente apretón que lo dejó debilitado contra él, el agarre en su cinturón era la única cosa que evitaba que cayera... como él había anticipado.

Cuando el éxtasis finalmente terminó y pudo recobrar el aliento, levantó la cara, despegando los labios para preguntar...

-¿Otra vez?

Él gimió, incapaz de liberar su cinturón mientras se retorcía y se tambaleaba de rodillas, rozando su pecho frenéticamente contra sus piernas.

-Para, por favor... -Él presionó la cara contra su verga inmensa, necesitándolo, su cuerpo apretando solo el vacío. Lo recorrió con la boca mientras le rogaba que parara. Aunque le había hecho daño, él se estaba recobrando justo entre sus labios.

-Córrete más fuerte.

Para su vergüenza, él lo hizo, arqueándose hacia atrás y gritando, abriendo las rodillas y ondulando las caderas para que él lo llenara.

Cuando las ondas del placer cedieron, él débilmente notó que lo alzaba en brazos. Estaba débil, incrédulo, todavía con todos los nervios ardiendo. Hubo oscuridad, mareo, y entonces estuvo en un nuevo lugar, en un estudio oscuro y panelado.

Él lo puso en pie, pero él se había quedado sin fuerzas con sus órdenes y con su... localización.

Con voz trémula, preguntó:

-¿Dónde estoy?

Él lo sostuvo hasta que estuvo firme, entonces cruzó para abrir una pequeña pared segura. Tiró de la cadena y cerró la puerta.

-Estás en Blachmount, mi señorío en Eesti. Esto, JungKook, es tu nuevo hogar.

Los labios se abrieron de golpe.

-No me puedes mantener aquí...

-Aparentemente puedo hacer todo lo que quiera en lo que a ti concierne. Es aquí donde permanecerás y donde yo voy a mostrarte toda la compasión que tú me mostraste.

Sus ojos se abrieron.

-Escúchame cuidadosamente. Este lugar es indestructible y tú nunca, nunca tocarás la cerradura. Nunca trataras de deducir la combinación o conseguirla de mí. ¿Entiendes? Contéstame.

-S...sí.

Él anduvo a zancadas hasta él, lo agarró del brazo y los trasladó a lo que parecía un dormitorio. Una guarida de vampiro. Con la cama en el rincón, en el piso, tal como ellos preferían. Él tiritó, sabiendo que estaba bien y verdaderamente follado en cada sentido posible.

-Desnúdate -ordenó Taehyung desde la ducha.

El shock había sido reemplazado rápidamente por el rencor, y le miró enfurecido antes de obedecer. A él no le importó. Mirándolo tirar sus ropas lejos en el cuarto de baño húmedo era como presenciar un regalo desenvolviéndose.

Estaba bajo el agua, su cuerpo curándose a una velocidad que nunca había imaginado. Había recibido un golpe de él que lo habría paralizado durante días en el pasado, y ahora estaba duro por él otra vez. De hecho, el dolor había sido la única cosa que le había evitado cubrirlo en el patio y hundirse en él mientras se retorcía en su orgasmo, sus ojos lanzando destellos de plata con el placer. Ahora nada lo salvaría.

Cuando estuvo completamente desnudo, miró fijamente ese pecho rotundo que lo había obsesionado, se le hacía la boca agua con su intimidad al aire expuesta entre las piernas. ¿Qué le podría hacer? Las posibilidades eran infinitas. Podría decirle que lo tomara en su boca y ver cuantas veces podría su verga levantarse bajo su lengua. Podría forzarlo a rogar por hacerlo, a rogarle que empujara dentro de él. Después de estos últimos años de agonía, y ahora tener tal regalo como esta cadena...

El Señor de la Guerra || TaeKook AdapDonde viven las historias. Descúbrelo ahora