Había huído nuevamente de Invernalia cuando la voz de los reyes muertos no lo dejaron volver a dormir.
Había soñado con fuego azul, con ruinas humeantes, con vapor saliendo de su boca, con nieve, con ojos violetas, negros, grises y azules. Había olido la sangre, la sangre seca, los animales muertos. Vio el castillo, vio las dos torres, vio los tres ríos, saboreó un agua dulce, un agua negra, vio el ojo de los dioses y vio un asiento alto hecho con espadas de hierro.
Y oyó el susurro en su oído de un príncipe antaño ajusticiado que al abrir los ojos dejaba caer a Dientedehielo al suelo.
Manderly estaba furioso. El joven señor cuyo padre había sido asesinado por los matones de Brys Targaryen tenía gran temperamento y ansiaba venganza como ningún otro señor. Detestaba lo que su sobrino había hecho tanto al coronarse rey de los salvajes como por haberse desposado con otro hombre. Era antinatural y perverso, y Roux compartía aquel pensamiento.
Aún así había llegado de Puerto Blanco con tres mil espadas a su mando y había prometido seguir a Roux en su expedición al Norte para controlar aquella fría amenaza pero no quería tratar con Robb ni aceptar sus consejos.
Roux lo agradecía. Puerto Blanco era la boca del Norte, tanto en hombres como en alimentos.
Lord Taver Manderly había también decidido dejar a su madre, lady Arya, en Invernalia para que fuera sus oídos, y había dejado a su hermano menor, Gervas Manderly como castellano de Puerto Blanco en su ausencia, sin antes haber negociado un matrimonio para su hermano con lady Oceanna Stark, la hija segundona de lady Lova y su tío Nicholas. Lord Taver quería que su hermano engendrase hijos pronto en su ausencia para asegurar herederos. Y una niña segundona era buen prospecto para un hijo segundón.
La gente y grandes señores también, solían morir en la guerra.
Roux Stark había hecho lo propio con su señora esposa, lady Marvelle, prohibiéndole abandonar Invernalia hasta su regreso. Su hijo, el pequeño Rickon, sería en su ausencia, el Stark en Invernalia, puesto que las niñas Stark de Fuerte Terror tenían su apellido, pero ciertamente no tenían una gota de la sangre del lobo, y de tenerla, estaba demasiado diluida con sus innumerable matrimonios sureños.
De Fonz Stark no se preocupó ni se despidió. El muchacho príncipe tendría suficientes problemas en Invernalia como para haberle echado otros encima, además, Roux confiaba en que la maestre Brielle y lord Cerwyn sabrían guiarlo, aconsejarlo y cuidarlo, tal y como lo habían venido haciendo.
Su madre, lady Jeri, había vuelto durante noche a Invernalia para atender, tarde, a la locura del matrimonio de su nieto. Se habían escuchado gritos y un guardia había visto cómo la mujer le había dado un bofetón al rey. Roux en persona tuvo que ponerla en su lugar, pedirle cuentas por haber huido con los pequeños Szilard y Alys a la Isla del Oso, a quienes no había traído de vuelta, y mandó a que la tomasen como prisionera.
Lady Jeri podría moverse por el castillo, pero no abandonarlo. Su madre seguía siendo oficialmente la señora de Invernalia por matrimonio, pero su padre estaba lejos en las guerras en el Sur y ella había abandonado el castillo en su hora de mayor necesidad para dejárselo en manos de la rosa dorada.
Aquello había sido estúpido y cobarde, y pagarían todos las consecuencias.
— Tengo enemigos en todas partes - había reconocido ante Ilis Karstark mientras sonreía -. Y todos ellos están aquí en el Norte.
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Poniente III: Corona de Cuervos
FanfictionEn el Sur, Vassillissa Targaryen ha de enfrentarse a la amenaza inevitable de su hermano Axys, quien intenta poner orden en los Siete Reinos, para poder enfocarse en la amenaza mágica del Norte. En Los Ríos, Sienna Stark prepara a los reinos para un...