🏈| Frederick Collins

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Maratón 1/5

C O D Y

Jueves 30 de octubre. 09:00 am.

Clase de español. La profesora estaba explicando la conjugación de verbos para crear conversación en un aeropuerto como turista. Con Zev nos habíamos sentado al fondo como siempre, uno al lado del otro. Apesar de la mala fama que tienen estos lugares por su facilidad para distraerse, nosotros salíamos bastantes bien en la mayoría de las asignaturas. No seremos el dúo West y Beck pero sabemos defendernos.

Claro, salimos bien si es que a mi mejor amigo no se le prende el foquito de ideas para bromas y me arrastra a participar en una de ellas como es el caso.

—Entonces llenamos los globos con pintura flúor y casi a la salida, donde se juntan en el receso antes de la última clase, hacemos la guerra. Podríamos unir a algunos del equipo y de otros clubs...

—¡Señor Gray y señor Collins!

Zev se calla y frunce el ceño mirando a nuestra profesora Gonzales.

—No nos diga señores, profe. Cody recién cumplirá sus 18 en dos meses y para los mio vea usted que aún faltan mucho —exagera con las manos sonriendo burlón.

Aquí vamos...

Después de veinte largos minutos que se sintieron como una hora, la profesora Gonzales accedió a no decirnos más «señores» y solamente llamarnos por nuestros apellidos. Cuando esta sigue dando su clase, Zev me mira fingiendo soberbia—ni tan fingido, eh—y mueve sus labios en un silencioso «gané, soy el mejor». Río por lo bajo contagiándolo y ruedo los ojos.

De repente veo a la mayoría con los teléfonos y siento miradas sobre mi. Levanto la cabeza de mi cuaderno mirando confundido mi alrededor y buscado la mirada de Zev que está igual que yo. Mike, uno de mis amigos del equipo que se sentó frente mío se gira en su lugar y dice que es mejor que veamos el grupo de nuestro curso. Aún con la interrogante en mi cabeza de la duda hago lo que me dijo.

Siento como pierdo el color de la cara para luego ser remplazado por un intenso rojo por enojo y vergüenza a la vez.

Un número desconocido entró a nuestro grupo, envió fotos privadas mías, aclaró que era yo el de las fotos y se salió dejando una humillación que recién comenzaba.

Escucho que suena el timbre dando entrada al primer receso del día. Pero mi cabeza está en otro lado.

¿Cómo salieron esas fotos a la luz? Ni siquiera recuerdo cuando me las saqué y a quién se las pasé. Sin duda esa persona o me detesta o realmente no tiene nada más interesante en su vida que joderle al otro.

Zev y Mike intentan defenderme de todos los comentarios, miradas y acusaciones que voy recibiendo a medida que avanzo por los pasillos de Sallow High. Cuando llegan más chicos del equipo para apoyarme es cuando los detengo. No necesito que se metan en problemas en mi nombre. No fue mi culpa que esas fotos estén en el teléfono de al parecer toda la maldita escuela.

¿Me siento avergonzado de ello? Si. No es bonito que todos tengan en primera plana una foto de mi miembro, ni de distintos ángulos. Tampoco es divertido escuchar sus bromas que solo buscan humillarme más, o los comentarios comparativos de quien la tiene más grande; si yo o el chico con el que se acostaron. Pero si me pongo a pelear con cada descerebrao que se me cruce no terminaría más.

A lo mejor si ignoro todo, dejan de hablar de esto para el final del día, ¿no?

—Bro, ¿estás bien? —pregunta mi mejor amigo por lo bajo.

Estamos en las gradas del gimnasio, el único lugar donde tengo tranquilidad de toda esta locura.

Niego y bufo enojado.

—No, ni siquiera sé a quién le mandé esas putas fotos pero me debe una buena explicación de todo esto.

—¿Son recientes? —pregunta Will, uno del equipo que está un curso menos que nosotros.

Vuelvo a negar.

—Son de diciembre del año pasado, me las saqué en un hotel en Nueva York.

Tose Mike.

—Qué extraña forma de coquetearme pero acepto. Siempre quise salir con rubio —me guiña con una sonrisa ladeada que inevitablemente me hace soltar una carcajada con el resto.

—Soy hetero, Mike —aclaro riendo más al ver su puchero.

—Meh, igual no eres mi tipo —finge ofenderse causando más risas.

Paramos de reír cuando Zev lanza una pregunta que me deja pensando y ardiendo en furia a la vez:

—¿Qué no estabas en un tonteo con Fox por esas fechas? ¿No le habrás mandado a ella las fotos o si?

Lo veo perplejo. Claro, ¿cómo no lo había pensado?

Ya recuerdo; le envié esas fotos porque necesitaba que siguiéramos hablando. Fue mi primer trabajo serio que mis padres me confiaban, solo que se me salió de las manos al parecer.

—Tienes razón, Fox está detrás de esto.

Me muerdo la lengua queriendo soltar «otra vez».

Zev me mira y entiendo inmediatamente lo que quiere decirme, tenemos una charla pendiente con Jenna Fox.

Soy Zev ✔️ #CA2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora