𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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¿Qᴜᴇ ᴛᴇ ᴏᴄᴜʀʀᴇ?

Me quedé pensando por unos minutos hasta que puse mi mano sobre mi falda para sacar la blusa.

—Ya me aburrió éste juego, juguemos otro—Dijo Daniel.

—Bebé pero...—Habló la pelirroja.

—Ya llegaron las pizzas—Enseguida todos fueron a recibirlas.

Me quedé mega confundida.

—¿Vamos quieres un pedazo?—Me invitó Ian.

—Yo creo que mejor me voy, estoy muy cansada— me despedí de él.

Y salí del lugar.

De nuevo las 2 a.m. no hay nadie en la alberca, creo que me recostaré en un camastro, me puse cómoda, me quite mis tenis y la coleta de mi cabello.
Cerré mis ojos y pensé ¿por qué interrumpió el juego de esa manera?

Estaba a punto de quedarme dormida hasta que sentí que alguien tocó mi cara.

—¿Daniel?—El me tapó la boca con su mano.

—¿Quieres nadar?— fruncí el ceño.

—Son las 3 a.m. Daniel— lo miré raro.

—El agua tiene calefacción Mía.—Mierda es cierto.

—No sé nadar, creo que ya lo notaste.

—Te enseño para que no me vuelvas a rasguñar la espalda.—Sonrió.

—¿Qué?—Se quitó la playera y se dió la vuelta.

—Al momento en el que caímos al agua me rasguñaste.

—Lo siento—toqué su espalda, estaba súper marcada y dura, mierda... quité rápido mi mano.

—Te dije que con un perdón no se arreglaban las cosas.

Él me aventó a la alberca con todo y ropa.

—¡¡¡Ahhhhh!!!—De nuevo el golpe en la alberca no veía nada, no sabía nadar pero sentí sus manos en mi cintura y me sentí segura.

—Jajaja—El me tenía agarrada.

***Daniel***

—¡Daniel eres un idiota! ¡Me espanté de nuevo! —cubrió sus ojos con sus manos.

—De verdad lo siento.—Me miró a los ojos.

Si supiera que se ve hermosa así, su cabello castaño mojado, sus ojos llorosos,
sus labios temblando... su blusa blanca mojada que hace que se le noten los pezones erectos por el frío...
Mi respiración se agitó y no pensé en nada.
La tomé del cuello y la besé.

Ella siguió el beso, subí mis manos por sus piernas y sentí su delgada falda bajo el agua, la subí un poco para que con mi mano la tocará sobre la ropa interior.

—Daniel no, nos pueden ver...—Susurró a mí oído y parte de mí se prendió.

El pensar que alguien nos puede ver, el verla a ella asustada y exitada, nunca había deseado hacer que la otra persona sufra y me pida más, ahora sólo quería torturarla, así que metí dos dedos en su entrada.

—Ahhh Daniel aquí no— Apretó mis brazos con su fuerza que para mí no es nada.

—Guarda silencio, o entonces si nos van a oír— besé su cuello.

Mierda, sentía cada movimiento de ella, cada que se estremecía, sus gemidos intentando ser callados por qué se tapó la boca con su mano.

Estaba duro y quería meterlo en ella, cuando estaba a punto de hacerlo, ella me detuvo.

—Daniel soy virgen.— En ese momento paré.

—¿Qué?—la miré a los ojos, estaba asustada.

—Debí decirlo antes lo sé pero, no sabía que esto llegaría tan lejos.

Hubo un silencio incómodo.

—Lo siento—Dijo ella e intentó salirse de la alberca pero tomé su mano.

—¿Estás bien?—Le pregunté.

—Sí— se fué corriendo.

***Mía***

Me espanté demasiado, así que corrí, cuando llegué a mi habitación me quedé dormida.

Esto que está pasando sin duda ha sido lo más confuso de mi vida, siento que la pregunta de que es primero el huevo o la gallina se queda corta.

Me despertó mi celular sonando.

—Hola Mía, levántate y baja tengo algo que decirte.

—Mamá por favor... Hoy quiero descansar.

—No tardes—Me colgó.

Agarre una almohada me la puse en la cara y grité.

Me puse un short blanco y una blusa de tirantes azul claro con tenis del mismo color.

—Tardaste demasiado Mía— me regañó mi madre.

—Lo siento madre ¿qué querías decirme?

—Queríamos hija.

—¿Queríamos?—fruncí el ceño.

Vi a Marcus abrazar a mi mamá.

—Hija Marcus y yo nos vamos a casar.

—¡¡¡¿Qué?!!!

Todo lo que se ve implicado es horrible, mudanza, cambio de escuela, salidas siempre, cambio de amigos, tiempos, rutina vida llena de cosas como ahorita.

Mis dos razones favoritas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora