Las semanas continuaron pasando y con ello el Interescolar y la Copa de China llegaron. El día anterior a los dos acontecimientos, todo el equipo de voleibol se reunió en el gimnasio para dar unas últimas palabras de aliento antes del torneo. El profesor Takeda les animó de la mejor manera que sabía, además de utilizar algunas de sus metáforas. Antes de que todos partieran a casa, Leiko frenó a todos los chicos en la puerta.
—Esperad un momento, Kiyoko y yo tenemos que enseñaros algo.
Leiko corrió rápidamente hacia la otra punta del gimnasio, notando las miradas confusas de todos los chicos sobre ella. Subió las escaleras de mano a toda velocidad y se puso a unos metros de Kiyoko.
—Uno... dos... ¡y tres!
En ese momento, ella y Kiyoko desplegaron una gran bandera de color negro con unos kanjis que al leerlos se veía la palabra «volad». Todos lo miraron emocionados, Hinata incluso se sonrojó por el entusiasmo. En los rostros de todos se dibujó una gran sonrisa llena de confianza, aunque antes dejaron el suelo lleno de lágrimas por lo que tuvieron que fregar parte de la pista de nuevo. Estaban dispuestos a ganar el intercolegial e ir a los nacionales. Leiko y Kiyoko guardaron la bandera, lista para llevarla al día siguiente al gimnasio en el que se celebrarían los partidos. En la puerta de la Preparatoria, todos se despidieron.
—¿A qué hora te tienes que despertar mañana? —le preguntó Sugawara a Leiko. Sabía que ella tenía que levantarse muy temprano para alcanzar el vuelo hacia Shanghái.
—A las tres de la mañana —respondió soltado un bostezo—. Así que en cuanto llegue a casa cenaré y me iré a dormir. A las seis es mi vuelo y no puedo perderlo o no llegaré a la competición.
—Mucha suerte Lei, lo vas a petar como siempre —dijo abrazando a la chica. Estaba orgulloso de todo lo que estaba consiguiendo Leiko y seguro de que a la chica aún le quedaban muchísimas cosas por vivir.
—Gracias Koshi —susurró Leiko aún entre los brazos de su amigo. Cuando se separaron de ese abrazo que duró un par de segundos más, se despidieron y cada uno se fue por su camino.
Leiko empezó a correr por las calles para llegar rápido a casa, la única luz que permitía que Leiko no chocara contra algo eran las farolas, la luna estaba escondida tras las nubes. Al llegar a un cruce, escuchó como alguien la llamaba.
—Enana —dijo Tsukishima apareciendo junto a ella, tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
—Torre de telecomunicaciones —respondió soltando una pequeña risa y mirando hacia arriba, para mirarle a los ojos—. Qué conveniente que justo te encuentre aquí, ¿no? Si querías pasar más tiempo conmigo bastaba con decírmelo.
—Solamente escuché a alguien correr calle abajo y al ver que eras tú decidí esperarte —respondió poniendo los ojos en blanco. Notó como Leiko le estaba mirando muy fijamente, no es como si no lo hiciera siempre, pero esa vez era distinto—. ¿Estás en medio de un viaje astral entre dimensiones o...?
—Tienes ojeras, Kei, yo si fuera tú me iría a casa ya.
—¿Quieres que te acompañe a casa? —preguntó Tsukishima ignorando por completo lo que Leiko le había dicho.
—Tu vete a casa, tonto, mañana tienes que estar descansado y con las pilas cargadas —dijo, intentando empujar al chico en dirección a su casa sin mucho éxito—. Hazme el favor de moverte por favor, que no tengo tanta fuerza.
Tsukishima simplemente empezó a reír y caminó un poco para hacer como si Leiko estuviera empujándole por la acera. No sabía en que momento se había vuelto de esa forma, pero no le terminaba de disgustar, se sentía como cuando era más pequeño. Se sentía como el antiguo Kei.
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𝗜𝗖𝗘 ━━ kei tsukishima
Fanfiction❝ ¡Devuélveme las gafas, Hirose! ¡Ya sabes que no veo nada sin ellas! ❞ ❱ 〔 スケート 〕 · 🏐 ⠀ ⠀ ↳ 𝗗𝗼𝗻𝗱𝗲 una joven promesa del patinaje artístico sobre hielo, 𝗟𝗲𝗶𝗸𝗼 𝗛𝗶𝗿𝗼𝘀𝗲, lucha por seguir pat...