⠀⠀37. grand prix final

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Ese día Leiko se había levantado muy temprano para llegar con tiempo al aeropuerto y así no perder su vuelo. Viktor, Yuuri y Kaiyo iban con ella, Kaiyo no había podido asistir a ninguna de las competiciones anteriores de Leiko por trabajo, pero estaba muy emocionada de poder volver a ver a su hija patinar y más en una competición tan importante como lo era el Grand Prix Final.

Ese año el Grand Prix Final se celebraba en la ciudad de Sochi, Rusia, país natal de Viktor y el cual Leiko estaba loca por volver a visitar. La última vez que estuvo allí fue durante su primer Grand Prix Final como junior, por lo que ya había pasado bastante tiempo. Ahora tanto ella como Viktor regresaban con muchas ganas e ilusión.

—¿Christophe ha llegado a la final este año? —preguntó Leiko una vez llegaron todos al hotel e hicieron el check-in—. Me muero de ganas de verle patinar.

Esa temporada Leiko no había prestado apenas atención al resto de patinadoras o patinadores del resto de categorías por haber estado tan centrada en los partidos de los chicos, así que sería casi como un espectáculo sorpresa para ella ver a todos los competidores que habían logrado clasificarse hasta la gran final.

—Estuve viendo su programa libre en la Copa Rostelecom y terminó ganando, así que sí, está clasificado para la final —le respondió Yuuri soltando un largo bostezo después.

—Vamos a echarnos todos una buena siesta, que nos hace falta —anunció Viktor al ver a su pareja bostezar de esa forma, no pudiendo evitar dejar escapar una pequeña sonrisa tierna. Al abrir la habitación en la que se hospedarían él y Yuuri, señaló a Leiko que seguía caminando por el pasillo junto a Kaiyo para ir a la habitación de al lado—. A las cuatro y media te quiero en pie, Lei.

—Síííí... —respondió también agotada, entrando a la habitación después de Kaiyo y cerrando la puerta de golpe.

Una vez dentro, dejó caer su maleta al suelo y se estiró en la cama como si llevara años sin tocar un colchón, quedando completamente dormida al cabo de unos minutos y sin intercambiar ni una sola palabra con su madre, quién también había caído rendida nada más tocar el esponjoso colchón de la cama.

Al cabo de cinco horas, Leiko abrió los ojos después de un no muy largo, pero sí reparador sueño. Se sentía con las pilas cargadas de vuelta, así que rápidamente se cambió de ropa a una más apta para entrenar y salió de la habitación cerrando la puerta aún con cuidado, ya que su madre seguía completamente dormida. Se puso frente a la puerta de Viktor, haciendo sonar el pequeño timbre que había a su izquierda para avisarle que ya estaba lista.

—¿Todo listo, Lei? —dijo Viktor nada más abrir la puerta. 

Leiko asintió con la cabeza y ambos empezaron a caminar en dirección al comedor para merendar algo antes de ir a entrenar. Viktor consiguió reservar para esa tarde una pista solo para Leiko gracias a todos sus contactos allí, por lo que tendrían que aprovechar todo lo posible. Al día siguiente sería por fin el inicio del Grand Prix Final con las presentaciones de programas cortos, y Leiko por fin podría soltar todo lo que llevaba aguantando esos meses.

Una vez llegaron a la pista, Leiko se lanzó sobre el hielo de inmediato y empezó a calentar de una forma rápida pero segura. Debía exprimir al máximo esas horas que le faltaban hasta el inicio de la competición, ya eran menos de veinticuatro horas las que quedaban hasta el gran momento. ¿Estaba nerviosa? Mucho, pero estaba aún más entusiasmada por empezar de una vez el que podría ser uno de los mejores momentos de su vida.

—Te ha faltado un pequeño giro en la secuencia de pasos del final, pero ha sido majestuoso, Leiko —comentó Viktor apoyándose en el medio-muro que separaba la pista de las gradas.

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