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Marcus gruñó viendo a la nueva pareja en su manada, dos chicos que eran prácticamente cachorros y ya tenían pareja predestinada.

Definitivamente su suerte no era muy buena si a la edad de setenta y seis aún no la había encontrado, daba gracias por ser un cambiaformas lobo lo que lo hacía más o menos inmortal, podía esperar unos cuantos milenios más.

Claro, si es que se dignaba a aparecer algún día.

—Marcus —saludó el Alfa.

El lobo tenía unos treinta años, muy joven para su cargo, pero Marcus sabía que Glen era apto para el puesto.

Confiaba en su juicio, por eso lo puso ahí, Marcus era el próximo al puesto de Alfa, pero lo dejó con él ya que realmente no se veía con tanta paciencia para el puesto, era capaz de matarlos a todos si lo molestaban demasiado.

Negó con la cabeza, mejor se quedaba con su trabajo, era muy bueno en ello.

—Glen —el Alfa asintió y lo dejó pasar a su casa, Marcus se sentó en un sillón y lo miró—. El objetivo fue eliminado.

—Como se esperaba de usted, es muy eficiente en su trabajo.

—Puedes tutearme, eres el Alfa, y ¿quién es el próximo?

—Es algo extraño, no hay motivos ni explicaciones, sólo enviaron esto —murmuró Glen entregándole un sobre.

Marcus lo miró, su cara no era muy buena, sus cejas negras se arquearon, tuvo un mal presentimiento mientras sacaba la única foto del sobre.

—Joder —gruñó viendo al bebé.

La criatura no podía tener más de un año de nacida, con el cabello castaño claro y profundos ojos verdes.

—¿Por qué carajo querrían eliminar a un bebé? 

—No tengo ni idea, sólo enviaron la foto —dijo Glen encogiéndose de hombros.

Marcus suspiró.

—Está bien, lo investigaré, pero no mataré a alguien que no se lo merezca, me importa un comino lo que quiera el concejo.

—Estoy de acuerdo con ello, si es necesario tráelo aquí —Marcus le arqueó una ceja.

—¿Estás seguro? La manada sería enemiga del concejo.

—Está bien, eres uno de nosotros, apoyaremos cualquier decisión tomada por ti.

—Eres un buen Alfa —elogió, los ojos de Glen brillaron.

—¿En serio?

—Sabes que no miento.

—Gracias, necesitaba escuchar eso.

—Ya me voy, pronto tendrás noticias mías —murmuró poniéndose de pie.

—Lo esperaré.

Marcus asintió y salió de ahí a toda velocidad, sabía que el concejo lo utilizaba para los peores trabajos, últimamente los pedidos no tenían la calidad requerida.

Sólo estaban convirtiéndolo en un matón cualquiera, pero ¿bebés?

Eso nunca, no mataría a esa criatura por algún estúpido capricho.

Entró a su casa y empezó a recoger todo lo que necesitaría, el lugar era pequeño comparado con todo el dinero que tenía, pero a Marcus le gustaba la casa, era hogareña y ningún dinero del mundo compraba eso.

Predestinados I : Lazos de UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora