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Milo despertó por las sacudidas de su padre, el hombre se veía bastante cansado y Marcus también, frunció el ceño, quizás solo se quedaron despiertos para ponerse al día.

La puerta resonó en toda la casa y escuchó el gemido de su madre, él miró hacia allí y la vio escondiendo a su hermano en su espalda, no muy bien por el hecho de que su hermano era prácticamente el doble de ella.

Marcus le ofreció una mano para ayudarlo a levantar, Milo la tomó viendo a los visitantes, tres de ellos, los dos primeros, uno de cabello negro y otro rubio.

La presencia de los lobos era intimidante, le hacían querer arrodillarse y mostrar el cuello sumisamente, eso le dijo que eran realmente viejos.

El tercero tenía un aura parecida a la de Marcus y llevaba un uniforme igual, se veía bastante salvaje con el pelo rojo en todas direcciones.

—Un gusto verles —habló el rubio.

Glen bajó la cabeza como respeto al igual que Marcus.

Milo retrocedió cuando el hombre dio un paso en su dirección, el aura era opresiva y su cabeza le ordenaba que corriera, sin embargo, sus pies no se movieron a pesar de quererlo.

Marcus se colocó frente a él, el rubio arqueó una ceja y miró al pelirrojo, este fue a donde Marcus y lo hizo arrodillarse de alguna forma, luego le colocó esposas de plata.

—Esto no fue parte del trato, no tienen que intimidarlo.

Marcus miró al rubio, el otro le dio una patada para callarlo, pero el aura opresiva disminuyó y Milo pudo respirar correctamente otra vez.

—Bien, sólo era una prueba.

El Alfa ladeó la cabeza y le pidió a Milo que se acercara con un gesto, Milo miró a Glen, este le asintió, luego miró a Marcus que hizo lo mismo, así que caminó hacia allí y se detuvo a un paso de él.

—¿Realmente es un Omega?

—Lo es —el hombre siguió mirando a Milo y lo tomó por el mentón.

—Dame una prueba —le pidió a Marcus.

Su Alfa dejó salir su aroma alterándolo, Milo gimió dejando salir sus colmillos y sus ojos, el hombre dio un paso atrás sorprendido.

—Increíble —dijo mirando de cerca sus ojos.

Milo jadeó e intentó retirarse, sin embargo el hombre no lo dejó agarrándolo con fuerza, le ladeó el cuello y acarició la curvatura, fue desagradable y Marcus gruñó desde el otro lado.

Estaba acariciando el lugar donde debería estar su marca de unión.

—¿Puede soltarme? —murmuró Milo con todo el respeto que pudo, el hombre lo soltó y le sonrió.

—Marcus, dijiste que no hace nada especial, ¿verdad? —Marcus negó.

—No, sólo fueron rumores y casualidades sin sentido, Glen lo cuidó veinticuatro años y no ha pasado absolutamente nada.

—¿Es cierto? ¿Nada de temporadas malas? —su padre hizo lo mismo defendiéndole, la verdad es que este acto le parecía bastante ridículo.

—No, no pasó nada.

—Tengo a alguien fuera para examinarlo, ¿puedo?

Milo retrocedió con un estremecimiento y el gruñido de Marcus se escuchó en todo el lugar.

—No, nadie tocará a mi Omega —el rubio le sonrió, el hombre frente a Marcus lo golpeó.

—¿En serio? Sólo será algo médico, un exámen simple —Marcus tosió y lo fulminó con la mirada.

Predestinados I : Lazos de UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora