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Milo gimió cuando la lengua de su Alfa lamió la punta de su polla, el hombre se veía increíblemente sexy con el pelo apuntando en varias direcciones, sin mencionar que aún tenía ese traje de cuero mientras él no llevaba absolutamente nada.

Marcus metió un dedo en su agujero haciéndolo contraerse, su boca no paró en ningún momento y su dedo exploró aún más profundo.

Milo lloriqueó un poco abriendo las piernas y olvidando toda su vergüenza.

Quería todo lo que le diese este Alfa.

Marcus lo recompensó utilizando dos dedos para prepararlo, Milo podía sentir el desagradable lubricante ayudando en el proceso y resbalando por su piel.

Dejó su polla para lamer un poco más abajo, Milo gimió y lo alejó.

—No hagas eso —Marcus sonrió lamiendo sus labios.

—¿Por qué, no te gustó? —murmuró chupando sus dedos, Milo se encogió—. De espaldas a mi Milo, y no quiero escuchar otra queja —gruñó en su oído.

Milo se giró tembloroso y se apoyó sobre sus codos, Marcus metió una almohada bajo su cadera y comenzó por su oreja.

Mordió y lamió la parte trasera de su cuello, los colmillos a veces rasparon sacándole unas gotas de sangre, donde Marcus lamía y cerraba la herida.

Dios, quería tanto una mordida que casi lo pide.

Siguió bajando, besando sus hombros, omóplatos y a lo largo de su columna vertebral, Milo gimió cuando lo tomó de las caderas, besó los dos hoyuelos en la parte baja de su espalda y siguió un poco más abajo.

Marcus lamió donde anteriormente estuvieron sus dedos, Milo encajó las uñas en las sábanas y gruñó.

El Alfa pasó la lengua alrededor y la deslizó en el interior haciéndole ver las estrellas.

Gimió.

Marcus por fin le dio un descanso de su lengua cuando estuvo a punto de correrse y deslizó un dedo, Milo lloriqueó cuando este tocó la glándula en su interior haciéndolo retorcerse.

Volvió a sacar el dedo y utilizó la lengua para torturar la carne tierna, Milo maldijo cuando esa lengua pasó el anillo de nervios otra vez y lo hizo temblar aún más.

Volvió a alejarse y esta vez tres de sus dedos lo penetraron, Milo se contrajo y respiró violentamente contra la sábana.

Marcus besó su espalda.

—¿Estás bien? —preguntó con la voz ronca.

Milo gimió y se relajó un poco.

—Bien —movió sus dedos lentamente y raspó continuamente el lugar indicado haciéndole poner los ojos en blanco cada vez.

Marcus sacó sus dedos y lo giró poniéndolo de frente, Milo se mordió el labio pensando en lo que debía estar viendo cuando no era más que un flan.

Los ojos de su Alfa brillaron y un gruñido salió de su garganta, Milo gimoteó removiéndose, pidiendo silenciosamente más de su toque, Marcus se lo concedió, pero esta vez no fueron sus dedos, sino su polla.

Milo gruñó sintiendo toda la extensión en su cuerpo y sus uñas se aferraron a su espalda, aún cubierta por el traje y haciéndolo enojar.

Marcus se detuvo un momento cuando su polla estuvo por completo en su interior y rompió las tiras que mantenían el traje aferrado a su cuerpo, luego desechó la parte superior tirándola por ahí, la inferior evidentemente tendría que esperar.

Marcus volvió a él, lo besó y esta vez Milo si pudo aferrarse a la piel tersa de su espalda, cada músculo posible se flexionó cuando se movió contra él.

Predestinados I : Lazos de UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora