13🐺

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Milo escondió su rostro ante la mirada esperanzada de su padre, su hermano aún estaba un poco impactado, pero sus padres estaban rebosantes de alegría, eso lo hizo gruñir.

—¿Por qué no nos dijiste? —murmuró su padre, Trisha negó mirándolo.

—Estuvo en negación todo este tiempo —Milo se levantó y los miró.

—Porque no lo entienden, esto no es una buena noticia.

Su madre abrió la boca como si hubiese cometido un delito, y bueno, teniendo en cuenta que acababa de rechazar al cachorro de su Alfa bien podría estar cerca… Milo sacudió la cabeza.

—Milo, Marcus es tu Alfa, tener…

Milo suspiró, entendía perfectamente lo que quería decirle su madre, pero era el momento equivocado.

—No, lo matarán en el instante que sepan esto —Dian frunció el ceño.

—¿Por qué?

—¿Qué creéis que es lo que quiere es maldito Alfa? —gritó a punto del colapso, su padre se vio confundido, y para estarlo, después de todo no sabían lo que quería el hijo de puta.

—¿De qué hablas?

—Jules —mencionó—. Hablo de él, quiere que tenga a sus cachorros y adivina, no puedo hacerlo porque resulta que no soy tan infértil como pensaban que era ¿Cómo diablos sucedió eso?

—No subestimes el poder que tienen los compañeros.

—Dios, esto es absurdo.

—¿Por qué no lo mencionaste? —Milo miró a su hermano y se carcajeó, una risa tirando un poco a lo histérica.

—¿Para qué? Ni siquiera Marcus puede con ese jodido Alfa, ninguno de nosotros puede hacer nada y mañana vendrá ese medicucho para hacerme un exámen, se dará cuenta de todo —murmuró atropellando las palabras, Trisha detuvo su caminata y su padre volvió a hablar.

—Vamos a calmarnos y pensar adecuadamente sobre ello.

Milo ignoró sus palabras y frunció el ceño, su cerebro estaba un poco sobrecargado y sentía como si estuviese a punto de desmayarse.

—¿Y cómo coño se supone que puedo quedar embarazado? Pensé que era un cuento.

—No lo es —negó su madre—. Eres un hombre, eso es cierto, pero en el interior también compartes los mismos órganos internos de una Omega —Milo arrugó la nariz.

—¿Cómo lo sabes?

—Siempre tuviste dolores cuando eras pequeño y bueno, buscamos a un médico, se le dijo tu naturaleza y te hicieron varias pruebas y un ultrasonido, al parecer la explicación fue que tu interior estaba cambiando.

—Cambiando —repitió con una risa—. Esto es una maldita locura, ¿ahora qué voy a hacer?

—Ven aquí y cálmate, pensaremos en algo —dijo Glen viéndolo caminar otra vez.

—No hay tiempo.

Su padre le frunció el ceño y señaló el sofá donde estaba su hermano aún.

—Siéntate, Milo —su hermano lo abrazó y dejó salir su aroma, Milo gimió.

—Ya no soy un niño —Dian se carcajeó.

—Lo sé. ¿Más calmado?

—Sí —murmuró justo cuando su padre se iluminó.

—Tengo una idea, no servirá por mucho, pero nos dará tiempo.

……

Marcus tosió y se aferró a un árbol, esto era lo único que le mantenía en pie, así que clavó las garras lo más fuerte que podía.

Predestinados I : Lazos de UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora