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Marcus profundizó el beso lo máximo que pudo, el aroma de Milo le nubló el sentido completamente, en el estado en el que se encontraba su Omega sólo Marcus era capaz de captar su aroma.

Le mordió el labio inferior, Milo gimió, el sonido lo elevó y volvió a bajarlo en cuestiones de segundos.

Dios, el chico era realmente hermoso y si no lo supiera perfectamente pensaría en él como un Alfa, tenían prácticamente la misma estatura, era ancho y fuerte teniendo en cuenta el agarre en su pelo.

Milo se separó jadeando, sus ojos verdes eran profundos e hipnotizantes, Marcus quería besarlo, acariciarlo y hacerle cosas que no debería.

Eso lo hizo regresar a la realidad. 

Da un paso atrás ahora —gruñó con su voz Alfa enseñando los colmillos.

Milo retrocedió con los ojos llorosos y enseñó el cuello sumisamente, Marcus se odió por eso, los ojos de su Omega se veían asustados y llenos de lágrimas, ¿y cómo no estarlo? Se suponía que era un Alfa.

—Milo.

La orden se rompió, Milo retrocedió dos pasos, su mirada seguía mostrando miedo puro y echó a correr por el bosque

Marcus chasqueó la lengua molesto, fue estúpido usar su voz Alfa, para colmo liberó demasiadas feromonas gracias a ese beso.

Milo ni siquiera se crió como un Omega y ahora acababa de obedecer a un Alfa al que había visto por primera vez.

Marcus cerró la puerta y corrió detrás de él, seguirlo no fue muy difícil teniendo en cuenta el aumento de su olor.

Fue más rápido escuchando un quejido y luego el sonido sordo de una caída, en cuanto quitó las ramas de su cara vio a Milo frotándose el tobillo.

—¿Estás bien? —preguntó agachándose, Milo jadeó y se arrastró hacia atrás—. Siento lo de antes, estaba un poco alterado, déjame llevarte a casa —dijo ofreciendo su mano.

Milo lo miró, luego a su mano, no se veía muy seguro de confiar en él.

—No te haré daño, Milo.

—Bien —murmuró tomando su mano.

Marcus lo puso en pie, pero Milo realmente no podía caminar, tantos inhibidores hacían que su sanación fuese un poco lenta, así que se colocó de espaldas y se arrodilló.

—¿Qué haces?

—Te llevaré en mi espalda, vamos, sube —animó mirándolo de reojo, Milo lo fulminó con la mirada.

—Ni loco.

—Es esto o llevarte como a una princesa, díme, ¿cuál prefieres? —Milo subió a su espalda sin pensarlo dos veces.

—Tienes una personalidad horrible.

—Lo sé, suelen decírmelo.

—¿Puedes no decirle nada a mi padre sobre lo que sucedió? No quiero que piense que soy raro, eres un Alfa y acabo de besarte.

Marcus se mordió el labio inferior, no era justo que le ocultaran su rango, pero si eso lo mantenía con vida lo seguiría haciendo sin pensarlo dos veces.

—Está bien, un beso es sólo un beso, nada del otro mundo, no es la primera vez que recibo uno —dijo a regañadientes, Milo acercó la nariz a su cuello y aspiró.

—Yo te acabo de dar mi primero —murmuró con las mejillas rojas.

Marcus ladeó la cabeza y se fijó en sus pupilas completamente dilatadas, eso no era bueno, Milo estaba actuando como un Omega y su aroma se disparó de repente.

Predestinados I : Lazos de UniónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora