Mafumafu y Soraru fueron amantes bendecidos por el cielo en la vida pasada. En esta vida el cielo los vuelve a juntar, esta vez en condiciones más difíciles, mientras una lucha en el mundo se desata. Ambos son herederos de dos de los clanes más impo...
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Ambos dejaron de mirarse y Mafumafu al escuchar sobre la prometida de Soraru quiso reír por lo bajo o hacer preguntas cómo, ¿No es acaso muy joven para casarse?
Quiso molestarlo con el asunto pero vio en el rostro de Soraru, indiferencia ante el tema, así que prefirió callar.
Déjame adivinar, matrimonio arreglado. Pensó Mafumafu para sí. Solo por curiosidad quería preguntarle a Soraru como era su prometida; sin embargo, vió pasar a un pequeño castaño y al instante lo llamó.
— ¡Tanuki!
El mencionado giró y reconoció de inmediato el llamado. Se avergonzó un poco al escuchar que lo llamó "mapache", era este el apodo de cariño que le había puesto Mafumafu.
Ambos se acercaron y se pusieron al tanto de lo que había pasado mientras estaban separados. Así se supo que Urata estaba enseñando a los discípulos de ese clan sobre el manejo de la espada. Y Mafumafu... había estado estudiando y leyendo junto a Soraru.
Más tarde, Mafumafu caminaba observando los árboles. Trepó uno de ellos y observó una increíble vista, inevitablemente soltó un suspiro porque recordó a su familia, solo esperaba regresar pronto a su residencia y hacer sus travesuras de nuevo, dónde estaba ahora parecía más un reclusorio del que quería escapar lo antes posible y regresar a su bonito hogar donde podía ser más libre.
Oyó una melodía suave, tranquilamente descansó en el árbol mientras sus oídos se complacían con el suave sonido.
Del otro lado unas manos finas se encontraban tocando las cuerdas de una cítara al lado de una cascada. La melodía era tan hermosa y tranquila que poco a poco se fue quedando dormido por lo relajante que era.
Sus ojos se abrieron lentamente y confundido miró una pared, Mafumafu no recordaba en qué momento había regresado a la residencia, solo estaba ahí, echado en cama.
— Al fin has despertado —mencionó Urata.
— Eh... ¿Qué pasó? —preguntó confundido.
— De verdad eres tan testarudo, caíste de un árbol.
— ¡¿Cómo?!
No podía recordar en qué momento cayó pero sí recordaba que la altura no era poca, no halló daños graves en su cuerpo así que estaba curioso.
— Soraru pasaba por ahí cuando te vió caer y te trajo aquí —dijo Urata disolviendo su duda.
Se quedó en silencio.
Aquella melodía era hermosa... Solo pudo pensar en ello.
La tarde le era aburrida pues no podía hacer sus travesuras y estaba un poco adolorido. Urata últimamente era muy recto y estaba siguiendo muy bien las normas de esta familia, era sorprendente pero aburrido para Mafumafu.