Francisco, Nestor y Ulises tuvieron la mala suerte de toparse con Circe. Una bella mujer que supo cómo engañarlos; cómo endulzar sus dulces y frágiles corazones creando falsas promesas.
Los usó, los destrozó y finalmente compró sus almas al convertirlos en animales. Formaron parte del zoológico de Circe por varios años, siendo Nestor el que tuvo que soportar veinte años de tortura.
No todos los convertidos eran malos. Algunos tuvieron la mala suerte de toparse con la hechicera y, una vez en sus garras, era muy difícil escapar de ella. Las promesas, las caricias, los besos se volvían aditivos y necesarios. Solo podían pensar en ella día y noche. Su imagen rondaba en sus mentes; los consumía hasta los huesos. Ya no podían pensar en más nada pues su vida estaba consagrada a Circe.
No descansaban en paz hasta que volvían a reencontrarse con ella. Y era allí, durante la cena, que las cosas se tornaban oscuras y retorcidas. Sus lenguas tomaban vida propia, sus mentes se desconectaban de sus cuerpos y las palabras fluían con la verdad. Todos sus secretos, sus sombras, sus deseos más oscuros y perversos salían a la luz. Y era entonces cuando Circe decidía en qué animal los convertiría. Cuanto más bajo cayeran, más repugnante y despreciable el animal.
Y como ellos dijeron, sus juicios morales fueron malinterpretados. No merecían ser castigados de esa manera. Muchos de los que Circe condenó no lo merecían. Otros, por el contrario, merecían cada una de sus humillaciones.
Circe podía ser una mujer despiadada pero su desprecio por los hombres buscaba erradicar del mundo las malas hierbas que entorpecían o violentaban el camino de las doncellas.
Cuando la Guerra Celestial dio inicio, Circe envió lobos, serpientes y escorpiones con el fin de obtener a los marcados y deshacerse de los que no. La promesa de convertirlos nuevamente en humanos era más grande que cualquier cosa. Matar podría significar un cargo de conciencia enorme, pero si no lo hacían, si no cumplían las órdenes, la muerte era lo que les esperaba.
Ellos, junto con Kyle —uno de los que pereció en batalla— fueron enviados al campamento porque Circe recibió la ubicación por parte de un aliado. Tal parecía que su secuaz no necesitaba de hechizos para localizar a un semidiós. Esto significaba que era un dios.
Hipnos capturó a Lucía y Nico, lo que lo situaba como el principal sospechoso. Pero no descartaron a la persona misteriosa que ayudó a acabar con Freya.
Ahora que Circe estaba en deplorables condiciones, sus poderes menguaron y rompieron varios de sus encantamientos. Y si estos tres chicos lograron recuperar su apariencia vaya uno a saber cuántos otros habrían corrido con la misma suerte.
Les agradecieron infinitamente el que los ayudaran y les ofrecieron sus más sinceras disculpas.
Libres emprendieron marcha a sus respectivos pueblos, deseosos por reunirse con sus familias.
Ese mismo mediodía Siderius informó que comenzarían su viaje para encontrar al único que podría curar las heridas de Freya. Su nombre era un misterio para los semidioses y su ubicación un enigma. Nadie sabía nada y así era mejor.
Se despidieron del pueblo y les agradecieron su hospitalidad.
—Salvaremos a Freya. Y si el mundo se hunde en la guerra, ahí estaremos nosotros para pelear a su lado —habló Fey, y el resto de los habitantes acompañó con un grito de aliento.
Los semidioses le agradecieron el gesto y le tomaron la palabra.
Lyla creó un portal y antes de atravesarlo se despidieron de sus nuevos amigos.
Arribaron a un espléndido jardín japonés que les robó el aliento. El lugar rebosaba de paz y tranquilidad. Los pájaros les dieron la bienvenida con sus apasionados cánticos.
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Lazos de Sangre #3 | QUEEN OF SHADOWS
FantasíaTercera entrega de la saga LAZOS DE SANGRE. Saga continuación de la trilogía THE OLYMPIANS.