☾apítulo 7

9 1 0
                                    

PARTE I


Sus dedos mecían el lápiz que cargaban, golpeando la goma contra las páginas del pequeño cuaderno.

Miranda le sugirió que olvidara esa práctica de mal gusto y siguiera con su vida, pero no podía hacer como si nada. Personas sanas habían muerto para que Nico siguiera con vida. Porque ese había sido el trato: un alma por cada año de vida que él cumpliera.

Veinticuatro espacios por completar y todavía quedaban nombres sin asignar. Desconocía los primeros cinco, lo cual era lógico, sin embargo, ignoraba unos cuantos nombres conforme se acercaba al presente.

Cuando ingresó a la Guardia Olímpica para formar parte del escuadrón de cruzadas, siempre, en cada misión a la que asistía, todos los años alguien distinto moría. Creía estar maldito y en parte lo estaba.

Los años que pasó internado en el archivo Olímpico, recogiendo quejas y designando misiones, eran los únicos espacios vacíos. Siete nombres que desconocía y el no recordar lo atormentaba por dentro. No podía cerrar el ciclo hasta no tener la lista completa.

Unos nudillos llamaron a su puerta. Cerró el cuaderno y lo guardó dentro del cajón del escritorio.

Al abrir descubrió el puño de Zoe a punto de golpearlo en el hombro.

Su rostro se descompuso, como si no esperara que Nico estuviese despierto.

—Hola —vaciló. El rojo de su mirada evidencia los litros de lágrimas que había derramado en las últimas horas.

—Hola —respondió, confundido—. ¿Necesitas algo?

—Necesito hablar contigo —dijo y sin su autorización se adentró en el cuarto. Se paró junto al escritorio, dándole la espalda.

Nico contempló con nerviosismo el cajón en donde descansaba su cuaderno. Sabía que no lo abriría; que no tomaría el cuaderno y le recriminaría los nombres que allí aparecían, principalmente porque no tenía ni la menor idea de su existencia. Pero el palpitar ajetreado de su corazón era la prueba de que no estaría tranquilo hasta que lograra apartarla de allí.

—A decir verdad, también yo —confesó, afligido. Se acercó a ella pero guardó distancia. Había tantas cosas que necesitaba decirle que no sabía por dónde empezar.

Debió habérselo dicho hace mucho tiempo pero las circunstancias le jugaron en contra. Zoe perdió la memoria y luego su propia vida lo llevó por territorios inexplorados.

Finalmente tenía a su protegida en frente para pedirle perdón.

—Sé lo que vas a decir —le interrumpió. Apretó los labios y los sintió temblar—. Mataste a Gemma.

El mundo se derrumbó a los pies de Nico. Las palabras de Zoe se sintieron como un balde de agua helada sobre su cabeza. Frías, paralizantes, directas...

—No fue mi intención —habló con voz áspera. Había cansancio en sus ojos por el recuerdo—. Jamás quise hacerle daño. Solo intentaba detenerla. Si pudiera volver el tiempo atrás...

Zoe levantó las manos; sus párpados cerrados, rogando porque se detuviera.

—Lo sé. Ya no digas nada, por favor.

—Pero...

—¡Basta! No quiero escuchar más.

Nico obedeció a pesar de la ansiedad que torturaba su mente.

—Yo... —Zoe suspiró y sus hombros cayeron abatidos. Sus ojos comenzaron a escocer en cuanto los frotó—. Necesito hablar con alguien de esto y tú... tú puedes ayudarme.

Lazos de Sangre #3 | QUEEN OF SHADOWSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora