Prólogo

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Los copos de nieve caían sobre mi, en esta época del año siempre hacía demasiado frío para estar afuera

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Los copos de nieve caían sobre mi, en esta época del año siempre hacía demasiado frío para estar afuera. Pero yo amaba la nieve, como cubría todo a su paso hasta mis botas que hacía tiempo que se habían enterrado en ella.

Estaba sentada cerca del camino hacia el umbral de la gran mansión, en un pequeño columpio que colgaba de un árbol sin hojas y con ramas congeladas, que brillaban con el casi inexistente sol del atardecer. Me quedé atontada mirando como se escondía en el horizonte; miré mis manos enguantadas llenas de copos de nieve, estaba haciendo bastante frío, quise recuperar la visión del crepúsculo, pero algo me lo impidió y fue cuando me di cuenta que no estaba sola.

Un hombre joven estaba frente a mi, estaba demasiado entretenida contemplando el sol que no me percaté que se había acercado, su pelo estaba escondido bajo un gran gorro de felpa, su piel estaba muy pálida y respiraba pesadamente, seguro del esfuerzo en caminar hasta aquí, que es una zona elevada. Sus ojos marrones me miraban con curiosidad preguntándose quien era yo y que hacía aquí fuera con este frío.

-Hola-

Lo miré sin expresión y no le respondí ,era un desconocido y yo no era una persona muy agradable.

-¿Perdona pero estoy perdido, es esta la casa Gastarok?- Me preguntó.

-Así es- Le respondí sin muchas ganas de iniciar una conversación, pero al parecer podría tratarse de algún asunto importante.

-Menos mal,ya había ido a otra mansión cerca de aquí y no era la correcta ¿Vives aquí?- Él seguía empeñado en conversar, me estaba empezando a incomodar, casi no hablo con nadie, me gusta estar sola, pero tampoco quiero ser mal educada.

-Si, vaya y llame que de inmediato le atenderán, el servicio es excelente-

-Gracias- Se giró hacia la casa y siguió su camino, pero cuando pensé que se había ido volvió a hablar -¿Cúal es tu nombre?-

Hice como que no lo escuché, me levanté y me dispuse a seguir el camino contrario a la casona, al parecer él por fin entendió que no quería hablar y no dijo nada más, tampoco me di la vuelta para ver si seguía mirándome o había llegado hasta a la casa.

Caminé hasta el fin del camino que nos separaba de un inmenso bosque, el cual me gustaría adentrarme, pero no lo tenía permitido, fuera un escándalo si mi padre se enterara, decía que el bosque no era un lugar para jovencitas por su soledad y los peligros que en él habitan. Pero por esa misma razón sentía que me llamaba ,su paz ,su soledad y sus animales.

Ya estaba oscureciendo y por mucho que deseara quedarme afuera de noche, solo me traería problemas con los que me parecía molesto lidiar, así que volví a lo que llamaba hogar, pero no se sentía así, no me parecía acogedor, ni me sentía segura ya que en ese lugar nadie me conocía bien ,ni me entendía, por lo que me sentía sola pero a la vez rodeada de gente para la que sería una molestia, por eso pensaba mucho en el bosque, allí estaría sola igual, pero sin molestar a nadie.

Pero al volver a casa, las cosas no estaban como siempre, había mucho revuelo por el repentino compromiso de mi hermana, pensaba que eso no me perjudicaría a mi, pero estaba equivocada, su futuro matrimonio cambiaría mi vida completamente.

Un Cambio Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora