Me encuentro caminando cerca del bosque, observando como sus grandes árboles de abeto se extienden hasta perderlos de vista, creando sombras sobre el suelo blanco por la nieve. Me detuve cerca de uno de los abetos, retiré el guante que cubría mi mano derecha y deslicé la palma a través de su corteza, observando el árbol como una maniática. De pronto algo salió detrás de él o más bien alguien, haciendo que pegará un brinco y retrocediera. Mire a la persona que aparentaba ser un hombre adulto pero tenía la mente de un niño.
-Me asustaste- Le espeté.
-Esa era la idea, aunque yo me asusté más, creía que te fusionarías con el árbol- Dijo sonriendo.
No tenía remedio, hace días mi padre me levantó el castigo impuesto porque supuestamente Ginm se lastimó por mi desobediencia al no volver de mis viajes al campo a la hora que debía; ahora tenía permitido salir pero si llevaba a Ginm conmigo. Habíamos salido todos los días a los campos, pero está vez a la parte delantera de la casa, recorriendo el mismo camino dónde me encontraba aquel día que conocí a Ginm. Nunca pasó por mi mente que él sería el prometido de mi hermana, ni que ahora era la compañía que tenía día a día en mis preciados paseos.
-Hey Arisa, mira es una ardilla- Dijo emocionado, lo que hizo que yo formara una pequeña sonrisa, no podía ser una ardilla, no salían en esta época-Ven rápido-
-Ginm las ardillas están invernando- Pero cuando me puse a su lado y miré en su dirección aquel pequeño bulto en la nieve, supe que no se había equivocado, era una ardilla.
-Algo le pasó, no es normal que esté afuera- Entonces hice sin darme cuenta lo que tantas veces pensé hacer pero jamás me atrevería, entré en el bosque acercándome a la ardilla que se encontraba a unos metros lejos del camino.Estaba hecha un ovillo y pensé que estaba muerta cuando se movió un poco, se estaba congelando. Con cuidado la sostuve entre mis manos y la llevé hacia mi pecho para darle calor. Ginm se encontraba detrás de mí y pasé por su lado de regreso a la casa.
-Está casi congelada, hay que llevarla adentro- Escuche sus pisadas detrás de mí.
-Corre entonces- Y tras decir eso tomo mi brazo y hecho a correr tirando de mi, sujeté fuerte a la ardilla. Su pie ya estaba mejor pero no se había recuperado por completo como para correr, así que lo estaba haciendo sin importarle el dolor¿ Acaso le importaba tanto la ardilla ?
Al llegar a casa pedí a Ginm que buscara una manta mientras colocaba a esta pequeñina cerca del fuego de la chimenea. Ginm me pasó la manta y la envolví en ella haciendo una especie de cama junto al fuego.
-Debió caerse del árbol, siendo tan pequeña no sabía cómo volver a subir- Dije, acariciando con el dedo la pequeña frente del animalillo.
-La has salvado de morir congelada, como a mí- Dijo Ginm a mi lado, giré mi cabeza para mirarlo recordando aquel momento y me hacía hasta gracia porque la verdad es que lo que pasó hoy era muy parecido, entonces apareció en mi mente la idea de que Ginm era parecido a una ardilla y reí mentalmente; nos quedamos unos minutos mirándonos, él bajó la vista hasta mis labios y sonrió.
ESTÁS LEYENDO
Un Cambio Inesperado
RomanceArisa es una chica de 14 años, una enfermedad le arrebató a su madre cuando era muy pequeña, por lo que esta situación la ha hecho madurar antes de tiempo, viviendo bajo la sombra de su hermana que según ella, su hermana mayor es una señorita perfec...