Después de un rato salí del baño, la vergüenza que sentí cuando Madelaine vió mi cuerpo desnudo no había desaparecido por completo, no estaba acostumbrada a eso, desde que era adolescente ni siquiera mi nana me veía sin ropa.
Decidí usar unos pantalones anchos que se ajustaban a mi cintura y odiaba por esa razón, pero eran cómodos y fáciles de poner, la camisa mangas largas se ajustaba igual, necesitaba vestirme rápido ya que Ginm me estaba esperando.
Ordené mi cabello y me coloqué unas zapatillas planas. Miré mi reflejo y me sentí extraña, no usar los vestidos de siempre se me hacía un poco incómodo pero usar algo diferente no sería tan malo. Decidí aplicarme el maquillaje de nuevo, pero esta vez tenía más práctica y solo usé un poco para no parecer un payaso como la vez anterior.
Me miré una última vez en el espejo y me fuí antes de que me arrepintiera y me sacara esta ropa.
Abrí la gran puerta de la entrada, pero ahí no había nadie, caminé hasta el descansillo y la pequeña escalerilla. Levanté la mirada al camino y distinguí a Ginm sentado en el columpio donde nos conocimos.
Caminé hacia él y me senté a su lado contemplando la tarde ocultarse en el horizonte.
-Es hermoso- Pronuncié casi en un susurro más para mí misma que para él.
-Lo es- Murmuró y me di cuenta con el rabillo del ojo que había girado su cabeza en mi dirección. Así que también lo observé.
Sonrió y yo también lo hice.
-Te ves...diferente- Dijo profundizando su mirada con detalle.
-Es ropa diferente- Aclaré con naturalidad y volví a mirar al frente.
-¿Quién te ha dicho a dónde vamos?- Preguntó sin dejar de mirarme.
Volví a poner mis ojos sobre él.
-¿Cómo dices?- Pregunté confundida.
Él rió y puso sus brazos a sus costados, apoyándose en ellos y mirando hacía arriba.
-Le pedí permiso a tu padre para llevarte al pueblo- Soltó y lo miré sorprendida.
-¿Es cierto eso?- Pregunté sin poder creérmelo.
-Si, le he dicho que necesitas despejarte y sabes que me adora así que no se quejó- Confirmó, asentí y luego dijo -Pensaba decirte que te arreglaras, pero ya veo que no es necesario-
-¿Crees que estoy bien así?- Pregunté sin saber muy bien que ponerme para ir al pueblo.
-Si, es perfecto, solo falta al abrigo-
-Voy a dentro a buscarlo- Le dije emocionada, levantándome para buscar un abrigo bonito.
Me encontraba en el coche de mi padre, pocas veces había subido y me sorprendí al ver a Ginm abrir la puerta del chofer y sentarse frente al volante. Yo permanecía en los asientos traseros.
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Un Cambio Inesperado
RomanceArisa es una chica de 14 años, una enfermedad le arrebató a su madre cuando era muy pequeña, por lo que esta situación la ha hecho madurar antes de tiempo, viviendo bajo la sombra de su hermana que según ella, su hermana mayor es una señorita perfec...