09: TERCERA CITA: EL PRIMER BESO

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Lee Minho tenía veintidós años cuando se sentó por primera vez en el volante de una bicicleta en movimiento, lo hizo mientras le daba de comer palomitas al conductor de la misma, esto sucedió durante una fresca tarde de verano.


Al principio se había negado, no obstante, el mayor insistió en que no habría peligro existente ya que conocía perfectamente el camino; por lo tanto, el hecho de que Min le obstruyera la vista no representaba problema alguno; además Hyunjin le había asegurado que nunca pasaban automóviles así que no tendría por qué temer, Lee decidió confiar en el mayor y sentarse en el volante.


Aún podía recordar el olor de los pinos húmedos, el sonido de las chicharras, y los ligeros rayos del sol que apenas se asomaban por las hojas de los árboles, pero lo que más se había quedado impregnado en su memoria, sin duda habían sido sus risas cada que Minho le lanzaba una palomita a Hyunjin y este abría la boca para atrapar el bocadillo.

Claro que muchas palomitas se quedaron en el camino que recorrieron hasta llegar al principal destino de su viaje; un lago de aguas cristalinas rodeado únicamente de maleza.

Indudablemente, un lugar que parecía haber sido sacado de alguna novela romántica, aquel sitio era especial, no solo por su encanto sino también por el significativo suceso que aconteció ese día.



—Vaya, está igual a como la recuerdo— soltó el pelinegro frenando el automóvil.


—¿Puedes creer que hace ocho años llegamos en autobús? —pregunto burlón el pelinaranja desabrochándose el cinturón de seguridad.


—Me da risa de solo recordarlo, un mes antes no comí nada exclusivamente para pagar el boleto de autobús y la renta de la bicicleta—se rió el mayor quitando la llave del volante.


—Yo le dije a mamá y a papá que tenía una excursión, ¡dios, me sigo preguntando cómo pudieron creer algo así cuando yo estaba estudiando danza! —Minho se carcajeo a la vez que salía del auto y cerraba la puerta.


—Tampoco lo entendí nunca. ¿Se lo has confesado? —agrego el mayor caminando en dirección a la cabaña.


—No, tal vez un día lo haga —el pelinaranja volvió a reír.


Una vez frente a la ventanilla de la cabaña, la pareja trató de rentar una bicicleta, no obstante, la dueña de las bicicletas no quiso recibir el dinero de Hyunjin, ya que se había acordado de ellos y le había conmovido ver qué la pareja siguiera junta, una prueba más de que el amor era verdadero.

Por su parte a Minho le había dolido y avergonzado puesto que si estaban ahí era únicamente para que se firmara el acta de divorcio.

Sin pensar mucho en eso, Minho se subió en los pisantes y Hyunjin emprendió camino a través de un sendero rodeado de pinos altos y una sombra fría pero que embellecía el camino. El matrimonio disfrutaba de la brisa y naturaleza cautivadora del bosque, dejándose llevar por la magia del lugar.


Cuando llegaron a la mitad del trayecto, Hyunjin se detuvo repentinamente.


𝘖𝘤𝘩𝘰 𝘤𝘪𝘵𝘢𝘴 •° 𝙼𝚒𝚗𝚌𝚑𝚊𝚗/𝙷𝚢𝚞𝚗𝚑𝚘 °•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora