VI Del primer Bloque:

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-Jörmungander.

Su prometido ya está en el castillo, en unas semanas no será su prometido, sino su esposo. Lo meditó con paciencia, con molestia y humildad.

-Soy demasiado para ese viejo, debo impedir la boda -susurró recostada en su cama, a su lado se encuentran las hojas secas y viejas que halló ese día en el bosque, su tinta está desteñida y difusa. Poco y nada ha podido descifrar, al parecer perteneció a una doncella llamada Gala, pareciera más un nombre de cariño que uno real, y fue una mujer rica con la que Sigourney comparte ciertas similitudes.

"He conocido a mi nuevo esposo, es viejo con creces, parece una pasa abandonada entre las uvas jóvenes, me dan arcadas", escribió en papel viejo y arrugado, quizá como el esposo de Gala.

Eso le recordó que mañana daría su paseo por las calles de la capital junto a su prometido, su padre y hermano. Es una tradición para afirmar que los hombres están en buenos términos y no habrá peleas internas, así el pueblo calla y acepta que aquí no hay conspiración alguna.

Se esforzó y logró deducir también: "Él cayó de un caballo y se rompió los huesos, un hombre joven solo se hubiera raspado".

«Tan viejo como para que una caída le rompa los huesos... Romper huesos, huesos viejos rotos» , pensó el tiempo que tuvo que pensar, «¿sus huesos serán tan frágiles?, él es viejo». Una maliciosa idea llenó su mente, ¿tal vez hay que comprobarlo?

Se levantó con su ropa de cama puesta, no se molestó siquiera en llevar zatapos, esto lo hará antes de que el valor desaparezca.

-Servirá -De su tocador sacó una pinza pequeña, es un adorno tallado en hermoso jade, puntudo y afilado si se pone en la posición correcta, y Sigourney lo pondrá en la posición correcta. Asimismo, la aguja y el hilo para completar su plan. Cubrió su cabeza con una capa y salió por la ventana, no tener zapatos le ayudó con el siguilo y haber nacido en ese castillo la convirtió en una conocedora de pasillos, guardias y sirvientes. Sobre todo, sabe como llegar al establo en medio de la noche, lo ha hecho antes para ver a su Edén, pero hoy no irá por su amado corcel, sino por una yegua de amo malvado, un viejo amo malvado en realidad.

Corriendo en las sombras de esquina a esquina llegó al establo, es un lugar enorme y lleno de hierba segada y seca para los animales. Como supuso, ahí se halló la yegua tan distintiva.

-Hola, hermosa -habló acercándose mientras descubría su cabeza, la yegua dio pasos atrás como asustada, quizá intuyó las malas intenciones en esa hermosa niña.

Que haga lo que se le venga en gana, no ha venido por el animal, sino por la montura, la tela que va dejabo para ser específicos. Es normal poner mantas bordados con hilo de oro e insignias familiares en los bordes, relucientes como pesadas, si alguien clavara algo puntiagudo con precisión de no quedar al descubierto, ¡ni los ayudantes podrán detectarlo! Ensillar esta yegua será tarea fácil.

Tomó la pinza y la manta con la insignia de los Vangr, al parecer alguna divinidad le sonríe, pues es una manta doble, con un espacio en el centro perfecto para esto. ¿Quién dijo que coser es inútil? Hoy agradece a Rhoslyn por obligarla a aprender.

-Ya casi -Colocó las puntadas apretadas para que no se movieran, pero el hilo es débil, no soportará la constante presión y se romperá con unas vueltas por la capital; luego volvió a unir las mantas con cuidado, si al Duque no le gusta su desprolija manta, entonces usará otra y todo el trabajo de Sigourney habrá sido en vano. Su mismo hermano, Dietrich, nunca usa la misma montura dos veces.

Los Segundos Señores -Primer Bloque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora