X Del primer Bloque:

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«Estúpido viejo», fue lo primero que pensó la princesa, vio las burbujas sobre sí misma negándose a salir, pero la mañana corre y tiene una ceremonia pendiente.

Mellea la secó al salir del baño, su piel huele a flora y sus cabellos están mojados por la tibia agua. Stella puso enfrete un hermoso vestido blanco puro, es su símbolo de castidad.

-Después de hoy -Isabel entró azotado la puerta-, serás la mujer más envidiada del planeta entero.

Sigourney se paró para ser vestida revelando sus pechos aún no desarrollados en su totalidad y unas piernas desnudas. Las mujeres no se ocultan de ellas mismas.

Tampoco se molestó en contestarle, no quiso causar problemas, más de los que ha causado. Ayer su banquete de compromiso quedó arruinado y hoy se casa, ¿un poco de prisa?, ¡no hay otra forma con un Duque! Puede ser segundo Duque, pero la sangre Vaughan todavía vive en las venas de ese hombre; hijo del príncipe y primer Duque [1], el hijo tiene derecho a la mano de la princesa.

-Su figura es preciosa -decían las sirvientas, rostros idénticos, palabras iguales y expresiones copiadas. ¿Lo dicen por sinceridad u obligación?

Aunque las criticó en su corazón, agradeció las palabras de aliento. Es hija de Isabel y hermana de Rhoslyn, la belleza es inherente a las Vaughan.

Toda la mañana se escucharon los clamores, las alabanzas y gritos de euforia en las calles de la capital, desembocando en el castillos Jörmungander. El maquillaje es perfecto, sus labios son rojos y sus mejillas coloradas por el rubor, el vestido de aspecto justo lleva una cola larga y pesada, todo es pesado en realidad; el vestido muy apretado, el maquillaje espeso y la cola molesta. Les deseó una muerte temprana a todos, pero es su humor cambiante quien habla.

Así salió junto a sus doncellas, su madre y la señora Eda, estas dos últimas llevaban la primavera como atuendos, mayores, pero nunca pasadas por alto. Es como si compitieran.

Las sirvientas simples con sus trajes gris opaco, cargaron la larga cola del vestido nupcial.

Sigourney no se olvidó de guardar un brebaje viscoso sellado en una botella de vidrio, preparado de ante mano y listo para usar gracias a las hierbas que fue pidiéndole a sus doncellas, ahora lo oculta en su manga. Algunos podrán llamarla bruja o hechicera, eso no importa, mientra nadie se entere estará bien.

Cuando menos lo esperó pasó su mañana, la ceremonia es formal y llena de tradiciones: plebeyos dando vino, la madre a su lado, etcétera. Eso sí, ¿dónde se halla la sombra de su marido?, él llegará cuando lo crea propicio.

Con el pasar se las horas, Isabel comenzó a sudar frío de enojo e incertidumbre. Sigourney no habló en todo el día, su madre dedujo que se había dado por vencida. Lo que la madre no sabe es que la princesa nunca puso resistencia, no a la boda, más allá de palabras no ha hecho nada. Aún así, si al viejo le da un ataque de locura senil y se tira por su balcón, le parece espléndido, aplaudirá.

-Ya vendrá -dijo la señora Eda para aplacar el humor rabioso de la reina, ambas se dieron ánimos, muy falsos para el gusto de Sigourney, así que solo calló. Hay algo en la señora Eda que pone sus nervios alerta, como una serpiente enrroscada.

Y ahí están todos, casi todos, al menos los representantes de cada familia, Clan o Condado. Los barones de tierras son especialmente mayoría, ni uno de ellos faltó, ¿tendrán miedo de terminar como los Strond?

Los Segundos Señores -Primer Bloque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora