XIII Del primer Bloque:

3 0 0
                                    

Última parte del primer Bloque:

Olander, el soldado de orden Bruna liderada por el nuevo regente se quedó en la puerta. Este solía ser el estudio del rey hace unos días, la sangre aún está pegada al escritorio, ese escritorio donde un joven se sienta despreocupado viendo al regente Allard posarse en el balcón del rey, ahí en la torre del rey y creyéndose un monarca.

El Duque no es más un segundo Duque, sino el regente del continente entero, ¡que golpe de suerte! No tardó en encerrar a los nobles ancianos y al Consejo entero apenas se autoproclamo regente.

—¿Cuándo ejecutaras a los demás Vaughan? La reina y la princesa Rhoslyn están libres y sin pena —habló una voz tan joven y tan amarga. A los diecisiete años el rostro del heredero de los Strond parece el de un viejo rencoroso, esos ojos ya no ocultan su odio como antes. Pueden llamarlo inteligente o una rata, eso no interesa.

—¿Matar a Aeduuard no te conformó? —preguntó Allard para dejar estático a Olander quien espera órdenes en la puerta, Allard le dijo que se fuera mientras habla con su camarada. El de las olas no supo de quien se trataba, pero su mirada parece feroz, las más agresiva que ha visto en toda su vida. Ha de ser un asesino.

Por otro lado, Brayden negó, claro, la sangre de uno no basta, ¡quiere la de todos!

—¿Qué quieres que haga? La reina huyó y la princesa Rhoslyn no está a nuestro alcance. Y... ¡Gawian, niño asqueroso! —También la fortaleza de Dietrich es más fuerte de lo que Allard predijo, a paso lento se acerca el joven León desde la frontera—. Se que te prometí la sangre de todo Vaughan, pero como verás, no tengo ninguno para ofrecerte. ¡Conformate!

Unos ojos azules como el mar se clavaron en los oscuros del Vangr, el joven negó lentamente con su dedo.

—¿Y tú esposa no está a tú alcance, milord? No olvidó lo que tuve que hacer para matar a esa real alimaña, merezco mi retribución. Después de todo, la familia no puede matarse entre sí, soy indispensable para ti... No me provoques.

La provocación no es conveniente para un cojo, Allard no puede afirmar su autoridad y un joven podría empujarlo si así lo desea. Además, fue Allard quien eligió al hijo del Barón, no pueden culparlo.

“—¿Quién está aquí? —preguntó la voz de un guardia. Adentro está el rey haciendo su trabajo nocturno. La sangre de Brayden Strond se calentó con locura, hasta puede sentir lágrimas aproximarse. Sujetó fuertemente la daga en su mano y avanzó por el pasadizo junto al caballero Brent y otros soldados de la Bruna.

Afuera hay un disturbio, un caudillo planificó su distracción parecida a un atentado contra el rey Vaughan mientras un solo hombre llega al estudio.

—¿Estarás bien? —Sir Brent duda de la decisión de su señor al mandar a un desconocido, pero a Brayden no le importa nada que no sea vengar la vida de su familia. Por eso entró al castillo como cuidador de establo, podría haber huido lejos y tener una nueva vida, pero ocultó el azul de sus ojos con hierbas las cuales se acabaron antes de cumplir su misión, por suerte un hombre lo halló y le entregó un nuevo frasco. Así se alió con el Duque Allard de Sirrush, tienen un objetivo en común; matar a todos los Vaughan y regar su real sangre en la tierra.

Brayden no se molestó en hablar, solo avanzó con su daga en mano, es diestro como ninguno, es sin duda el mejor de su generación cuando de matar se trata, su padre siempre lo alabó en la cacería y no fue en vano. Cuando los pocos guardias lo vieron salir de la pared se lanzaron a la pelea con sus espadas desenvainadas; son fuertes, solo los más hábiles pueden ser parte de la guardia real, aun así, la daga en las manos del muchacho cortó a cualquiera que se pusiera en su camino... Es como un demonio, nadie puede detenerlo, solo sucumbir. Pronto el suelo se llenó de sangre y los cadáveres se amontonaron al paso del Strond... Asemeja una ola irónicamente.

—¿Un Strond? —El rey apoyó sus manos en el balcón, volteó ligeramente para ver el azul del espíritu—. Un Strond —afirmó—. ¿A qué viniste? Adivinare, ¡Allard! ¡Ja!, ¿quieres que te diga algo sobre Allard de Sirrush con respecto a Strand? ”.

Luego de charlar un rato con el nuevo regente, Brayden salió a paso firme del castillo, ya no quería estar allí. Arregló unas cláusulas con su "amigo" y la segunda princesa pasará un tiempo en Strand como prisionera. También, debe solucionar unas incógnitas que rondan en su mente.

«Una persona al filo de la muerte puede decir estupideces».

“El rey Aduuard caminó de nuevo adentro, Brayden debía apresurarse si desea matarlo, pero las palabras del rey quedaron retumbando en su cabeza.

El rey se sentó en su silla, ahí dos leones tallados lo cuidaron como una divinidad. Brayden volvió a sus sentidos y el odio por los Vaughan creció, ahí lo tiene, ¡pega la puñalada! Brayden desde atrás golpeó la cabeza del rey contra la madera del escritorio y con su daga apuñaló el cráneo del hombre. Esa misma daga es de calidad excelente, tiene una 'AV' grabada en oro blanco, la dejaron los perpetradores luego de matar a toda su familia; así que es perfecta para cortar y dura para deshacer un hueso.

Brayden Strond salió por la puerta sin que nadie lo detuviera, sus manos y pecho están repletos de sangre fresca, hoy todos saben quien mató al monarca y acabó con los Vaughan”.

El viento se vuelve más fuerte mientras el último Strond se acerca a su tierra para tomarla de nuevo, es el hijo de un Barón, pero aun así considera Strond como suya y los rebeldes le obedecen a él. Detrás de su caballo va un rehén que grita como loco, es una princesa berrinchuda en realidad que no  pasó nada bueno estos días en el calabozo, mucho menos atrapada en una jaula como Allard ordenó que la escoltaran.

En el mar el príncipe Gawian le gritaba al llamado “cuidador Rayner” por dejar atrás al viejo, quizás el que eligieron como futuro rey no posee buen temperamento, toda la flota está aterrada del pequeño diablo y corren de un lado al otro esperando no cruzarselo.

El cuidador Rayner no trató de explicarse, únicamente esquivó los objetos lanzados por el príncipe. Fue peor cuando la noticia de su “cremación” llegó por medio de un ave mensajera, aunque se calmó un poco una vez desembarcaron en una isla curiosa.

Y por último, el verdadero primer príncipe de Jurmunand observó el desierto bajo sus pies. Nadie se asombró al ver a Lord Adwood rodear el camino del príncipe solo para ser pisoteado bajo los reales pies de un prodigio. Cuerpos en todas direcciones y sangre fluyendo con el río, este olor le provoca hambre. Cuando llegue a la capital podrá comer carne fresca a gusto y beber vino con sabor a hierro de sus enemigos.

Fin de la primera parte: concluida la primera parte.











Los Segundos Señores -Primer Bloque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora