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Toni respondió la llamada con bastante emoción, después de semanas de no saber de su amado, por qué a ambos el trabajo los había consumido. A Raúl por qué había estado bastante inmerso la candidatura para la alcaldía, obviamente el rubio ha estado unos momentos junto a el para ayudarle pero tuvieron que perder contacto, debido a los problemas con otras mafias.
— Aló? — Respondió usando un tono juguetón.
— Hola, hola, hola —. Respondió por la otra linea, repitiéndo la misma palabra algo rápido provocando una risa en el rubio.
— ¿Cómo estás Raúl? Mucho tiempo sin saber de tí —.
— ¿Me extrañaste? Aww — gestó con un tono chillón.
— La verdad es que sí —. Mantuvo su gran sonrisa en su rostro, haciendo que su hermano hiciera una mueca.
—¡Pues yo también! ¿No tienes nada que hacer esta tarde? Podría enseñarte mi nuevo despacho o pasar tiempo juntos.
— Estoy de comprar más caramelos, dame unos minutos y nos vemos en el Krrule.
— Está bien, adiós, te amo.
— Yo también —. Susurro tratando que su hermano no lo escuchara. Colgó al ver como llegaban al puerto, dejaron la lancha aparcada en la playa sin más, los dos bajaron deprisa.
—¿Que quería el abogado de mierda? — Soltó de repente Carlo con un tono serio.
— Nada, solo que quiere verme esta tarde.
— ¿Solo a hablar, verdad?
— Bueno, no lo sé, no le pregunté.
— Espero y sea solo eso, no es nada bonito saber que el abogado guarro le profane el siempre sucio a mi hermano.
— Joder.
Escalaron las piedras para llegar a donde dejaron el coche, Toni las subió con simpleza pues tenía bastante práctica en ello.
— José me mandó mensaje, me dijo que te había llamado primero pero como estabas hablando con el abogado de mierda —. Recalco las últimas palabras con búsquedas haciendo notar demasiado su odio —. Me dijo que estaba en el Krrule con Anya y Viktor.
— Bien, pero primero vamos a cambiar las cajas.
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— Les dejo 200 pirulas a cada uno, por si quieren vender ahora o después, sino tienen algún pendiente, claro.
— Yo iré a vender ahora —. Confirmo José seguido de los rusos —. ¿Ustedes vendrán jefes?
— No, Toni no vendrá, irá a "hablar" con Salinas —. Mencionó con un tono burlón el nombre.
— Oh, supongo que después de semanas el abogado a de andar bastante lechoso, así que cuidado jefe —. Carlo rio un poco junto a José, Anya se removió incómoda.
Hubo unos momentos en el que la rusa había tratado de llamar la atención del italiano mayor, tuvo la ligera esperanza que lo iba a lograr; esas pláticas tan naturales que se formaban entre ellos, la actitud molesta que Toni adaptaba cuando estaba con ella, que parecía que trataba de llamar su atención.
Pero entonces, no supo en que momento se descuido o en que momento bajo la guardia, pero tuvo enfrente al rubio y a Raúl frente de ellos anunciando su relación. Jamás habría creído que el italiano tenía esas preferencias y mucho menos con alguien como Salinas.
Aún así, sus esperanzas no desaparecían, que Raúl la terminara cagando como con sus antiguas relaciones.
— Hablando del abogado —. Hablo esta vez Volkov, viendo entre los vidrios de la tienda como un auto se aparcaba enfrente dejando salir al mencionado, acomodando su traje.
Carlo soltó un gruñido involuntario —. José, ayúdame a putearle el coche —. Pidió, no tuvo que hablar más, pues el moreno no dudo en aceptar.
— ¡Raul! — Salió primero el rubio claro, acercándose rápido al de cabello negro.
— ¡Toni! — Correspondió el saludo, cuando estuvieron lo suficiente cerca, estrecho entre sus brazos el cuerpo delgado del italiano quien solo acurruco su rostro en su pecho disfrutando de su presencia.
Duraron así unos segundos, vaya que se habían extrañado.
Por detrás del rubio salieron Carlo y José sigilosos para que no los notarán. Toni tampoco dijo nada, aunque amaba a Salinas le encantaba también putearle. Pero algo colmo la bilis del Gambino menor, en el momento que Raúl estaba besando con bastante pasión a su hermano.
—¿¡Pero que haces comiéndole la boca a mi hermano delante de mi, abogado de mierda!? — Grito delatando su crimen, saco una navaja del bolsillo de su pantalón.
—¡No, espera! — Levantó las manos alarmado tratando de mantener distancia entre el Gambino menor y el.
— ¡Que te corto lo que tienes entre las piernas! — De fondo se podía escuchar como el moreno apoyaba a su jefe.
— ¡No, no, no!
— Ya basta Carlo —. Murmuró serio Toni, sin mover su rostro que seguía acurrucado en el pecho del peli-negro. Algo dentro de el se sentía en calma y sentía la necesidad de no despegarse de Salinas.
Algo que pudo notar Carlo, había estado teniendo extrañas actitudes desde la mañana y eso lo tenía preocupado.
— Bueno, nos vemos después chicos, ¡Vendan muchas pirulas! — Se despidió con una sonrisa, mientras Raúl soltaba aire aliviado de haberse salvando del Gambino que le causaba pesadillas.
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